POEMA / Categoría Luvina Joven
Preparatoria de Tonalá
Antes de dormir, le conté a la loca de la casa
sobre ti y las almohadillas, donde descansas tu rubor:
En la embriaguez más empedernida, nos desvelamos,
recitando a tus enigmáticas luciérnagas los besos imposibles
del mar y el horizonte. ¡Qué nirvana el de anoche!
En el oleaje de los versos resacosos
me di cuenta que quiero cortejar al mundo
hablando de los estragos que me dejaron las luciérnagas
ayer por la tarde.
Sin querer, lo voy a lograr, es decir:
¿Quién no se enamora del cielo más infinito y estrellado,
encerrado en dos cristales oscuros ámbar?
La loca de la casa ya no me soporta,
pues, si hasta en el beso de la cuchara y la taza
escucho las algarabías de los duendes que
carcajean en tu garganta.
Con gotitas dulces de limón estallan los gestos
corazón de niño.
Al mismo tiempo brota en mi piel un campo de trigo.
Amor mío, otro amanecer no es casualidad,
se lo debo en cuerpo y alma a los finos hilos torbellino
que caen desde tu tierra de utopías.
Hasta la loca de la casa ahora es admiradora
del aura que rodea tu columna, de donde se sostienen
todas las fantasías del iluso y joven romántico.
Entonces, de la mano de mis malas descripciones,
esperamos con ansias un déjà vu donde las luciérnagas
prendan de nuevo las caricias de una vida.