La armada invencible, la rabiosa electricidad de la nostalgia

Verónica López García

Guadalajara, Jalisco, 1972. Textos suyos aparecieron en Alguien aquí que tiembla. Celebración poética de mujeres (Ediciones Sin Nombre, 2021).

«A cierta edad ya no puedes ni caminar por la calle porque cada piedra que pisas está manchada de historias y ponerle un pie encima es darle play a la máquina y correr el riesgo de perderte en horas de recuerdos que no quisieras tener así, tan embarrados». 

Antonio Ortuño nos hizo pisar las piedras con esta novela, leerla echó a andar el dínamo de lo que está atrás de nosotros, de ese otro tiempo en el que por pura imaginación de sobrevivientes pensamos que éramos mejores. No, no lo fuimos, como tampoco lo fueron sus personajes como el Barry Dávila y sus pantalones marca paquete, ni el Yulian y su rabia anestesiada, ni el Mustaine con su bálsamo labial, ni Paty, la patito y su virtuosismo musical, mucho menos el Gordo Aceves y y su extendida y perversa prole. 

Pero como todos los cuarentones, ellos y nosotros, tenemos la oportunidad de renacer y de aprender de música, de guitarras, de acordes y de gritos desaforados. Como las buenas novelas, La Armada Invencible está llena de caminos; su corazón está armado de puro metal, pero cada uno de los cables que lo alimentan se conecta con puntos delicados de sus personajes hasta que la sobrecarga de un mal recuerdo, de una tragedia, de un navajazo o de un coito épico, hace volar el cable entre una explosión de chispas hasta volver a encontrar dónde enchufarse. Así es esta historia. 

Yo soy un alma tropical, una caribeña que ama los ritmos que al autor y a sus personajes les provocarían bruxismo. Mi gusto musical está a muchos anillos de distancia del planeta que habita la minoría metalera, esa que tan bien ubica la Niña desde sus teorías sociológicas. Y sin embargo, confieso que leer esta novela me hizo feliz, me divertí muchísimo en este mundo machito y oscuro en donde la inteligencia y sagacidad de Ortuño le permitieron construir personajes femeninos poderosos que no sólo ecualizan la soberbia arrogancia de los varones greñudos de este relato, sino incluso, los llevan al auténtico mute, sin fade de por medio. 

Yo, en mi calidad de lectora y también de «muchachita fresa tapatía», como dice Ortuño en su novela, ahora ya convertida en señora o incluso en señito, les voy a decir qué es La Armada Invencible:

1. La Armada Invencible es un acetato denso por fuera y por dentro. Un álbum de papel que organiza múltiples explosiones anímicas, físicas y mentales de personajes tan redondos como un LP con un playlist estridente de diez rolas poderosas. 

2. Es un falso documental, o quizá sólo un documental inconcluso de un itesiano cool con chonguito en la mollera, que muy probablemente dejó un campamento tortuguero para probar suerte en el cine. Un filme realista que evidencia cicatrices, arrugas, flacidez, dispepsias, agruras e insomnios que padece una banda orate, marciana, un grupo de metaleros que no aguantaron la secuela de una precuela que también terminó en coitus interruptus, ¡chingao!  

3. Un manual para cuarentones bofos, que habla de cómo reconectar con su sexualidad adormecida por achaques o ataques de ansiedad. Una aproximación antropológica a las posibilidades de ese deporte extremo que llaman matrimonio o a las arriesgadas relaciones con gimnastas veinteañeras, o para los menos ortodoxos, un instructivo de cómo aventurarse, pareja en mano, en esos caldos infames, francamente poco apetecibles, como los swingers zapopanos. 

4. Una clase maestra de metal. Sí, Antonio Ortuño tuvo la atención con lectoras como yo, que lo más hardcore que escucharon en sus años mozos fue un grunge diluido, muy venido a menos y en dosis homeopáticas, ¡perdonarán! Así que es una maravilla que uno de los sencillos de este álbum-novela nos haga viajar desde «Helter Skelter» de los Beatles hasta las vísceras más ulcerosas, oscuras y hemorrágicas de grupos impronunciables, que apenas me entero, en realidad nunca se alimentaron de fetos —ni de humanos, ni de primate alguno—; además de que, gracias a Brenda, la incendiaria, es posible llegar a bandas —espero sean pura ficción— como Anal Squirt. Confieso que ni a goglearlo me atreví sólo de imaginar las páginas que me saldrían y las cookies que tendría que hospedar. 

5. La Armada Invencible es una novela que honra la amistad, ese destripadero que supone la permanencia no sólo con una pareja, sino también con relaciones filiales de largo aliento. Un canto grosero y estridente, un manifiesto que sostiene la bandera negra de músicos, de fanáticos, de melómanos que encuentran en el metal todo el odio que produce el mundo. «Uno se vuelve metalero, siempre, por venganza». 

6. La Armada Invencible es una magnífica novela, una historia que nos recuerda, de la mano de la música más enérgica, que estamos juntos, que podemos reunirnos, hacer tribu, no para estar alegres, sino porque estamos rotos. 

Gracias, Antonio, por compartirnos tanta pinche electricidad. 

La Armada Invencible, de Antonio Ortuño. Seix Barral, 2022

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