Preparatoria 18 / 2015B
Él, mi juguete favorito, se convertía en viento. Seducía a las personas con el humo que desprendía. Un tabaco sujetado con su mano. Delicado, delicia para el alma. Él se movía al compás de la música de fondo en la que se desenvolvía, movía sus ojos, sus muslos, tarareaba las canciones, y ¿yo? Yo sólo observaba las partículas de cenizas regadas. Vasos vacíos, botellas sin líquido, luego todo paraba. Después de unos segundos, todo estallando.
Quería ver en ti comida y vida. Quería ver en tu cabello insectos que me dijeran un “hola”. Había asientos vacíos y una hamaca sin mecerse. ¿Había? No, no había nadie. Sólo tú y tu esencia. Traías tu atuendo puesto, pero lucías como un extraño encontrando agua en un desierto. Sofocado, con angustia, pero me hacías feliz con tan sólo aparentar jugar conmigo, y darme compañía en una noche bohemia. Te extraño, Woody, amigo fiel. Amigo que todo lo puede, amigo que hace sentir sin oler. Te quiero por siempre… te extrañaré hasta la vejez.