John Montague

CUAL DÓLMENES en torno a mi niñez, los viejos.

Jamie MacCrystal canturreaba para sí
Una canción chapurreada y desafinada sin letra;
Me daba un centavo de propina en su día de paga,
Les daba migajas bondadosas a los pájaros en invierno.
Cuando murió, saquearon su cabaña,
Hicieron pedazos su colchón y le vaciaron su alcancía.
Lo único que no perturbaron fue el cadáver.

Maggie Owens estaba rodeada de animales,
Una perra callejera y sus temblorosos cachorros,
En su recámara, incluso, balaba una cabra.
Era un pozo de chismes profanado,
Colmilluda cronista de toda una provincia;
Pese a su fama de bruja, lo único que me llamaba
La atención era su solitaria necesidad de burla.

Los Niall vivían en un camino montañoso
Donde florecían campánulas de brezo, montones de dedalera.
Todos ciegos, con pensión de ciegos y radio.
Sus ojos muertos chisporroteaban serpentinos si uno entraba
A guarecerse de un aguacero de lluvia montañosa.
Los grillos cantaban bajo la solera del hogar
Hasta que el sol lodoso volvía a brillar.

Mary Moore vivía en una caseta de ferrocarril en ruinas,
Tan famosa como Pisa por su reja inclinada.
Trotaba por los campos con sus botas y su delantal de cuero,
Conduciendo su escuálido ganado desde el establo fangoso.
Prototipo de la fiereza, se quedaba dormida
Con las historias de amor, La estrella roja y El círculo rojo,
Soñando con rituales de amor gitano, sellados por la luz de una fogata.

El locuaz Billy Eagleson se casó con una sirvienta católica
Al morir el último de sus parientes leales a la corona británica:
Bailamos en torno suyo gritando «Al diablo con el Rey Billy»
Esquivando las ramas en arco de su endrino.
Habiendo abjurado de ambos credos, tal cosa le importó un bledo
Hasta que los Tambores Naranja pasaron retumbando en verano,
Los bombines y la cintas relumbrando agresivamente.

Tanto el cura como el doctor llegaron a asistirlos a todos,
A trompicones por entre la nieve o bajo el calor del verano,
De la avenida principal a la calle y hasta el callejón,
Aspirando el aire de montaña entre jadeo y jadeo.
A veces algún vecino con ellos se topaba,

Silenciosos vigilantes del hogar sin fogón,
Hechos, de pronto, a la medida exacta de la muerte.

¡La antigua Irlanda, sin duda! Yo crecí al pie de su cama,
Entre runas y cantos, mal de ojo y pensamientos apartados,
Fiereza fomoria de familia y feudo local.
Representantes macilentos del miedo y la amabilidad,
Durante años y años transgredieron mis sueños,
Hasta que una vez, al centro de un círculo de piedras erguidas,
Sentí pasar sus sombras

Rumbo a la oscura permanencia de antiguas formas.

VERSIÓN DE PURA LÓPEZ COLOMÉ

 

LIKE DOLMENS ROUND MY CHILDHOOD, the old people. // Jamie MacCrystal sang to himself, / A broken song without tune, without words; / He tipped me a penny every pension day, / Fed kindly crust to winter birds. / When he died, his cottage was robbed, / Mattress and money box torn and searched. / Only the corpse they didn’t disturb. // Maggie Owen was surrounded by animals, / A mongrel bitch and shivering pups, / Even in her bedroom a she-goat cried. / She was a well of gossip defiled, / Fanged chronicler of a whole countryside: / Reputed a witch, all I could find / Was her lonely need to deride. // The Nialls lived along a mountain lane / Where heather bells bloomed, clumps of foxglove. / All were blind, with Blind pension and Wireless, / Dead eyes serpent-flicked as one entered / To shelter from a downpour of mountain rain. / Crickets chirped under the rocking hearthstone / Until the muddy sun shone out again. // Mary Moore lived in a crumbling gatehouse, / Famous as Pisa for its leaning gable. / Bag-apron and boots, she tramped the fields / Driving lean cattle from a miry stable. / A by-word for fierceness, she fell asleep / Over love stories, Red Star and Red Circle, / Dreamed of gypsy love rites, by firelight sealed. // Wild Billy Eagleson married a Catholic servant girl / When all his Loyal family passed on: / We danced round him shouting «To Hell with King Billy», / And dodged from the arc of his frailing blackthorn. / Forsaken by both creeds, he showed little concern / Until the Orange drums banged past in the summer / And bowler and sash aggressively shone. // Curate and doctor trudged to attend them, / Through knee-deep snow, through summer heat, / From main road to lane to broken path, / Gulping the mountain air with painful breath. / Sometimes they were found by neighbours, / Silent keepers of a smokeless hearth, / Suddenly cast in the mould of death. // Ancient Ireland, indeed! I was reared by her bedside, / The rune and the chant, evil eye and averted head, / Fomorian fierceness of family and local feud. / Gaunt figures of fear and of friendliness, / For years they trespassed on my dreams, / Until once, in a standing circle of stones, / I felt their shadows pass // Into that dark permanence of ancient forms.

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JOHN MONTAGUE
(1929), nacido en Brooklyn, Nueva York, de padres irlandeses, creció en la granja de su tía en el Condado de Tyrone. Estudió en el St. Patrick’s College, de Armagh, y en el University College, de Dublín. Luego de vivir durante varios años en Francia se estableció en Estados Unidos, donde enseñó en varias universidades locales, entre ellas la de Berkeley. De vuelta en Irlanda se estableció en el University College, de Cork, para luego retornar a los Estados Unidos, donde es poeta residente en el New York State Writers’ Institute.
        Ha publicado Forms of Exile (1958), Poisoned Lands (1961 y 1977), A Chosen Light (1967), Tides (1970), The Rough Field 1961-1971 (1972), A Slow Dance (1975), Thre Great Cloak (1978), The Dead Kingdom (1984), Mount Eagle (1988), New Selected Poems (1989), Time in Armagh (1993) y Collected Poems (1995), que incluye la colección hasta entonces inédita Border Sick Call. Como compilador es autor de The Faber Book of Irish Verse (1974). Su bibliografía se completa con las narraciones incluidas en Death of a Chieftain and Other Stories (1964), The Lost Notebook (1987) y los ensayos de The Figure in the Cave and Other Essays (1989).

 

 

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