La Rosa de la Victoria / Rubén Rodríguez Maciel

Sigur Rós lanzó su opera prima en 1997, el año del eclipse discográfico, el año en que Radiohead lanzó su OK Computer para oscurecer o pasar a segundo plano el resto de los estrenos de aquel año. Von, el título del álbum debut, apenas registró 300 y tantas copias vendidas en Islandia, la cuna del grupo, una cifra ridícula luego de que el disco había cumplido doce meses en los estantes. Para acabarla, varios especialistas calificaron a Sigur Rós como «una copia del Radiohead más experimental». Además alguien llegó a decir que la voz de Jón Þór Jónsi Birgisson reflejaba en demasía el estilo de Thom Yorke, el líder de la agrupación británica. Aunque el viento soplaba en contra, y con fuerza, hubo quien creyó en el entonces trío que completaban Georg Goggi Hólm (bajista) y Ágúst Ævar Gunnarsson (baterista). La banda misma sabía que no copiaba a nadie, que su sonido le alcanzaba para asomar una personalidad sonora muy particular, «bellísima, especial, extraña, como de otro mundo», según la calificación de Björk, la islandesa más popular de estos tiempos.
    Jónsi, desde siempre, le ha dado ese toque singular a la propuesta de Sigur Rós. Su profundo falsete y su manera de tocar la guitarra eléctrica con un arco para chelo lo hacen inconfundible. Y no sólo eso. En los primeros tres discos del grupo, el también letrista se inventó un lenguaje propio que fue bautizado, por los fans, con el nombre de Vonleska, que no es más que una forma de vocalizar, de convertir a la voz en un instrumento más a través de sílabas diversas, que al estar reunidas otorgan un efecto deseado, el ideal para acompañar un pasaje determinado.
    El post rock. Ahí es donde acomodan la propuesta de Sigur Rós, pero el casillero parece reducido para sus alcances, para su elasticidad sonora. Es claro su gusto por la música orquestal, sobre todo por las cuerdas, y también está la electricidad que emerge de la guitarra de Jónsi, donde se manifiestan desde atmósferas en reposo hasta contundentes ráfagas. Ellos nunca han explicado de lo que se trata, nunca han expresado en palabras lo que elaboran con la música. Sigur Rós no ha figurado en las portadas de las revistas más importantes, no suele ofrecer ruedas de prensa ni entrevistas en exclusiva. Los chismosos dicen que siempre han rechazado a los medios de comunicación como castigo por la crítica voraz que recibieron al principio, una actitud que resulta difícil de creer. Se nota que al grupo le gusta el anonimato, es evidente que la pasa bien a un costado de la fama. Sus discos, el mejor ejemplo, han sido publicados sin nombres ni apellidos de los integrantes.
    Jónsi cumplió 33 años el pasado 23 de abril, y parece que tiene 25. La timidez, su delgada figura y la voz delicada que expone desde que habla le restan edad. En el documental Heima, de reciente edición, el líder de la banda se muestra así, sencillo, austero en sus palabras, pero completamente sincero. Por primera vez en su trayectoria, Sigur Rós enfrentó las cámaras para hablar de la vida como tal, y no tanto de su catálogo musical, que hasta ahora reúne cuatro volúmenes. A cambio de sacarles la explicación puntual de su obra, sus influencias y demás trivialidades, Dean DeBlois, el realizador del audiovisual, quiso enterarse de los orígenes como individuos de cada elemento, de su nacimiento como instrumentistas, de su contacto con el público y de la vorágine que se aparece de la nada cuando la música que han creado es escuchada por millones de personas en todo el mundo. Heima («En casa») es la puerta perfecta para ingresar al universo de Sigur Rós: es como escuchar su disco de grandes hits, aunque ojalá nunca emitan alguno. Además es el vehículo ideal para entrar en contacto con la Islandia de hoy, a través de múltiples y maravillosos paisajes. En verdad que es un filme conmovedor.
    La Rosa de la Victoria actualmente está integrada por Jónsi y Goggi —elementos originales—, Kjartan Kjarri Sveinsson (tecladista) y Orri Páll Dýrason (baterista). Los cuatro visitarán México, en estos días, por primera ocasión, tal vez para adelantar algunas novedades de su quinto material discográfico. Ésta, y las veces que sean, Sigur Rós será bienvenido.

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