Este cuento / Melina Azucena Barajas Valenzuela

Preparatoria 7

De verdad que cada día es más difícil
pensar algo concreto de él
oyendo lo que otros dicen
y que esos ojos confirman,
demostrando que no es el príncipe,
que nunca dijo serlo,
pero descubriendo que
tampoco es el sapo ni el mendigo.
Es el noble caballero,
un simple pueblerino en este cuento.

Pero eso no le da derecho
a comportarse como quiere,
no le da derecho
a ilusionar y pisar corazones.
No tiene derecho a rogar
y pedir perdones que no desea.
Sólo tiene derecho a amar,
porque eso no se niega a nadie,
aunque sea
en la forma mundana que usted conoce.

Lo más triste en todo este caso
no es el maldito pueblerino
sino la doncella cegada
con ese amor mundano,
de esa historia barata
de amor y fantasía.

Esa doncella que niega los comentarios,
que no escucha,
que compensa los actos malvados
con explicaciones absurdas.
¿Qué será de esa pobre doncella ilusa
cuando quiera desertar?
¿Caerá en el abismo del cual
muchos no logran escapar?
¿Será tan fuerte como para soportar
la cruda realidad?
Que el tiempo lo decida…
Tanto como decide apretar el paso
o alargarlo infinitamente.
A fin de cuentas es sabio
y cicatriza heridas.
En fin, el tiempo
es el único que siempre sobra.

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