X Concurso Literario Luvina Joven
Árbol de acacia Alberto Acevedo Oropeza Preparatoria de Jalisco Huesudo árbol de acacia vieja Que sobre tus raíces se alzó Algo más que ramas secas Una hoguera de joven pasión. Envoltorio de mis recuerdos Unos que bajo tierra llevaste Sin embargo sentimientos hay Aquellos no lograste quedarte. Te burlas llevándote contigo Lo único que no pudiste anidar Dejándome por dentro vacío Para después tus raíces secar. Encrasar fue mi intención de ti Me contaste que tú me ayudarías "Solo con ella has de venir Y después no faltes ni un solo día" Bajo tu copa anduvimos siempre Mirándonos las almas con pudor Ojo con ojo observando fijamente Y de manos hubo más de un rozón. Sin embargo pasaron los meses No se veía en ningún lado solución Aquella cuyo corazón más quería Se estaba yendo con paso veloz. Te burlaste de mi mísera anécdota ¿Culpables? Solo a ti señalo yo Hacha en mano con desgarro Cortando tus raíces con furor. Ahora que seco y viejo estás no sé Si aún debería o podría disculparme Toda culpa habrá sin duda recaer En quién creyó merecía amor de alguien. Ruego a ti grisácea acacia una vez Que mis sentimientos también lleves Aunque no recuerdo qué fue ayer Los dolores parecieran permanentes. Palabra por palabra solo puedo ver Como desquiciado hablo con un árbol De todo lo que con ella hubo y fue Ni siquiera tú podías nunca cambiarlo Querido árbol una última cosa pregunto Pues mi corazón anhela más que saber Si sabías que nunca de corazón me curo ¿Por qué me permitiste amar otra vez? Telón Leilany Zazueta Dávalos Preparatoria Regional de Tala En la eviterna mentira, protagonista: tú. Costosas zapatillas, ocultan grilletes, dolorosas sonrisas, enmudecen tú voz… prisión en el dedo anular. Exquisito vestido, de un podrido cuerpo; que se mese como un náufrago buscando auxilio sin gritarlo en un mar de lentejuelas con espuma de diamantes donde la tela asfixia tus ganas de respirar. Flagelados deseos reducidos a yagas, yagas que no curan, que contaminan, que pudren, que arden, que sangran vergüenza, que lastiman orgullo, que incitan muerte. ¿Qué desea? desea que te vistas, que no te quedes ahí desnuda, que te vistas y cubras tus moretones, que te cubras esas marcas de amor. Y tú, obediente y cansada de luchar, cansada de vivir, tomas ese vestido cincelado, te lo pones y observas el espejo: ya no es tu amigo, lo detestas, te detestas, detestas tu imagen, detestas su sonrisa, detestas sus caricias, detestas sus engaños… Ya es hora de maquillarse. con húmedos ojos, con la sonrisa habitual.
|