Te soñé / Irma Ortiz

FINALISTA
Categoría Luvinaria / Cuento

Te soñé
Irma Stephanie Ortiz Verdeja
Licenciatura en Estudios Liberales
Centro Universitario de Tonalá

Todo me da vueltas. Le doy un trago largo a la botella con agua que llevo en el bolso desde que terminó el concierto de Zoé. Como puedo me incorporo y empiezo a caminar hacia el hotel. Ya está amaneciendo, seguramente cuando llegue a la habitación 304 ya estará el sol pegándome en la cara. Odio llegar de día a mi cama. La luz es tan incandescente que no quiero ni abrir los ojos, me detengo unos segundos y las circunstancias se complican.
     No sé si echarle la culpa a los nachos rancios o al whisky, me tiro a la banqueta a esperar a los demás, no dejan de salir personas por la puerta. Como puedo, esquivo uno que otro pisotón, hasta que un sujeto de cara un poco reconocida estira su mano pidiendo la mía (un intento de sonrisa se marca en mis labios).
     -¿Estás bien?- me pregunta al levantarme. Mi cuerpo se balancea a la derecha contestando su pregunta. Opta por cargarme hasta la chombi.
     Me siento hasta atrás, los demás encienden la música junto con un porro de mota y mi estómago se retuerce pidiendo auxilio, la camioneta lleva todos los vidrios arriba -según para no hacer placa- y todos cantan con voz desafinada y ebria la canción con la que cerró el grupo. Apenas distingo sus caras destruidas, de seguro la mía está exactamente igual.      Le pido al chofer que se pare para comprar unas chelas bien muertas y continuamos la ruta directo al hotel.

La música se sumerge por mis venas. El tipo de al lado huele a pacuso y por más que trato de alejarme de él, la multitud me avienta. Vanessa no deja de pasarme vasos con whisky, tomo lo que puedo y lo demás se derrama entre mis piernas. Arrullo de estrellas retumba en el escenario y todos gritamos al unísono. Las chicas de atrás no dejan de platicar.
     Me alejo del grupo y camino hacia adelante escabulléndome en cada hueco que aparece. Estoy justo frente a la tarima y no puedo creer lo que ven mis ojos.
     Me pierdo entre el bajo, la voz ronca de Larregui, su cabello rizado, los aplausos del público y el humo de mi cigarrillo esparciéndose por el aire. Veo sus ojos fijamente, elevo los brazos emocionada sin pensar en nada más que disfrutar al máximo este momento.    
     -¿Piensas quedarte aquí para siempre?- Me pregunta Vanessa con voz sorpresiva.
     Abro los ojos y mis manos siguen alzadas, pero estoy recostada en la cama, me sonrojo y las bajo de inmediato. -¿En dónde estamos?-
     -En el hotel… ¿Qué estabas soñando? Date prisa que solo faltas tú, debemos entregar la habitación en 10 minutos, Andrea.
     Me levanté de un impulso, tomé mi mochila y me subí a la chombi, miré por la ventana con los audífonos puestos y comenzó a sonar:

Ruego al tiempo aquel momento
En que mi mundo se paraba
Entre tus labios

Solo para revivir
Derretirme una vez más
Mirando tus ojos negros…

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