X Concurso Literario Luvina Joven
Después de la locura
Octavio Ricardo Hernández Hernández
Profesor de Preparatoria 13
La voluntad de la locura ha sido breve y he podido hablar de ti
como una forma inexacta de acercarme a la luz.
Si el amor tuviera nombre sería el del agua,
lluvia absoluta por donde corre nuestra sangre.
Si al menos fuésemos el menor rastro de la locura y nos despojáramos de la carne
para sentir como la desnudez nos vence lentamente,
para dejar de ser dos cuerpos
y si, un rumor de hojas que el otoño ha olvidado.
Pero las palabras caen como rezos que suenan como olas de nuestra sangre tibia.
Sangre más íntima que navega en nuestra breve despedida.
Cae tu cuerpo, forma mayor que la sombra, silencio de lo intacto.
Árbol del aire,
huesos del agua,
sonido lento adherido al cuerpo antes de convertirse en la nostalgia del polvo.
Mi cuerpo se entrega en aguas quietas.
Arriba las nubes adquieren luz, nos conducen como el ave que atraviesa las aguas,
nos quedamos a medio eclipse
a media luna
a media forma de mirarnos.
Navegas sola, con tu respiración enciendes el agua,
el espejo,
el poema que falta por decir y entonces, solo entonces no tengo nada ya que decir.
Mira mi cuerpo detrás de este silencio,
de estas manos que son agua, aire; piedra.
Me basta un absoluto momento para rodear tu cuerpo y ser árbol, llama, tierra.
Me faltan otros pensamientos, otras palabras,
un mar que no cesa y es tu cuerpo.
Tu sombra que es árbol,
aleteo en el silencio perfumado,
minutos que no se nombran y un silencio que nos consume.
Tu piel justifica al mundo,
la muerte,
la posibilidad de otra vida
de ser otra palabra que ya nadie nombra.