Eterno dolor / Jessica Lizbeth Luna Pérez

Preparatoria de Tonalá Norte

Anoche tuve un sueño raro. En él, mi mano se extendía al cielo, pero del cielo no tomaba nada, sólo sentía en la mano la brisa del viento.      
     Después de eso yo gritaba para desahogarme, pero seguía sintiendo un dolor muy fuerte en el pecho y comenzaba a llorar, sin que me saliera una sola lágrima. ¿Qué me está pasando?, gritaba furiosamente una y otra vez. Creo que me estoy volviendo loca… Pero lo peor de esto no era descubrir que me perseguían, sino que las personas a las que más quiero no estaban ahí para apoyarme, para aconsejarme y decirme qué es lo que debía hacer. Tengo miedo y temo que éste sea mi fracaso completo. No tengo otra salida,  sólo huir, huir de nuevo de aquel terror que me causan esas criaturas que me hacen daño y me desmenuzan por completo el alma sólo porque soy distinta de ellas.
     Desperté y sentí un escalofrío terrible que me recorrió el cuerpo. Decidí tomar un abrigo, pero sólo me acerqué a la ventana y vi cómo unos niños se burlaban de un pequeño que no podía pegarle al balón y aun así, dispuesto a lograrlo, lo intentaba una y otra vez. Me miré al espejo y decidí escribir todo lo que  había soñado, y sentí cómo la adrenalina corría por mi cuerpo mientras mis manos escribían sin parar, y lo  mejor es que esto me hace sentir muy contenta.
     Para todos los demás siempre seguirá siendo un eterno dolor.

Comparte este texto: