ENTREVISTA / «Demasiados años ya». Entrevista a Ernesto Cardenal / Sergio Téllez-Pon

«Demasiados años ya». Entrevista a Ernesto Cardenal / Sergio Téllez-Pon

El poeta Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) empezó las celebraciones por sus noventa años de vida en la Feria del Libro de Guadalajara, donde se presentó Noventa en los noventa (Trilce, 2014), una antología de su vasta obra poética prologada y seleccionada por el también escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Una semana después, Cardenal vino a la Ciudad de México, donde tuvo una multitudinaria lectura en la sala principal del Palacio de Bellas Artes. Un día antes de ese acto pude platicar con él brevemente.

¿Cómo ve en retrospectiva su obra poética a punto de cumplir noventa años?
La veo bastante variada, también bastante copiosa, pero es porque son bastantes años, aunque no es nada especial mi obra literaria. Yo considero que no tengo un talento poético muy especial, soy un poeta mediado. Decía algo semejante Jorge Luis Borges: que la fama que le daban a él era porque no había otros mejores, pero no porque él fuera importante. Yo también diría eso: porque actualmente no hay grandes en la poesía de América Latina, me parece.

Y tampoco hay un poeta nicaragüense tan importante como usted…
Pues no, allá hay buenos poetas, pero yo no soy el mejor ni soy el único…

Digamos actualmente; antes tenemos a Urtecho, a Cuadra, a Darío, claro.
Bueno, todos pertenecemos a la poesía nicaragüense.

Pero actualmente no hay un poeta de su estatura…
Jóvenes no, no los conozco, tal vez porque apenas están empezando.

¿Y los lee, a estos jóvenes?
Por lo general no me gusta lo que escriben, porque escriben una poesía hermética. A mí me gusta una poesía que sea clara y que se entienda, siempre me he esforzado por escribir algo que se entienda y no algo que sea hermético. Y está bastante de moda lo hermético.

¿Qué tiene preparado para sus noventa años? ¿Cómo los va a celebrar, además de la aparición de este libro?
Yo no los estoy celebrando con este libro, el libro me lo hicieron, fue hecho a espaldas mías, yo no intervine para nada en el libro. Lo leí después de que había salido y no participé en la selección en lo absoluto, ni de los poemas ni de las fotografías ni de nada. Y tampoco estoy preparando nada para mi cumpleaños… Me los van a celebrar, no puedo impedirlo, no puedo prohibir que se celebre, y no hay remedio, puesto que desgraciadamente voy a cumplir todos estos años, demasiados ya. Pero no es algo que yo esté planeando. Es algo que me abruma.

¿Cómo ve el libro ya publicado? ¿Está contento con los poemas que eligió Sergio Ramírez?
Lo veo bonito, bien hecho, buena edición y buena selección también, me agrada mucho. Sí, estoy contento, me gusta mucho, está muy bien hecho.

Una de las claves de su poesía, además de una poesía que se entienda y que la lea la gente, es el compromiso social que contiene. ¿Cómo la ve dentro de las circunstancias sociales de la Nicaragua de ahora?
Desgraciadamente ya no tenemos la revolución. Hubo una revolución muy bella, para mí la más bella del mundo, y para muchos ha sido también así, y también la que ha tenido más solidaridad mundial, más cariño de los pueblos del mundo. Pero ahora tenemos lo contrario: una dictadura que es la de Daniel Ortega, su mujer y sus hijos. Entonces es un panorama pavoroso el que tenemos en Nicaragua. Con la amenaza del canal interoceánico que acabaría con el Lago de Nicaragua y que acabaría con Nicaragua. Nicaragua está en venta.

¿En esa dictadura cómo lo tratan a usted?
El gobierno me censura, me persiguen, soy un perseguido político también. Pero ya por mi edad y por ser sacerdote y por ser bastante célebre, pues, me respetan, pero hubo una sentencia de prisión que se me hizo cuando tenía setenta y cinco años y no fui preso porque la constitución de Nicaragua prohibía que a alguien de más de setenta y cinco años lo metieran a
La cárcel; en todo caso, se le daba la casa por cárcel, y por eso no fui a la cárcel. Pero la sentencia fue de prisión… De este gobierno.

Hace un momento hablaba del proyecto interoceánico, y justo la semana pasada leí que a lo largo de cien años ha habido varios proyectos para hacer un canal interoceánico…
Sí, ha habido muchos, y también ha sido el sueño de muchas generaciones. Pero el proyecto actual es destructivo. En primer lugar, con el poder que tiene Daniel Ortega, que domina la Asamblea Nacional como domina todos los poderes en Nicaragua, hizo que sin oposición de ningún diputado se aprobara una ley para hacer este canal. Y unos días después, también sin oposición en la misma Asamblea Nacional, se aprobó un contrato para la construcción del canal por parte de un chino (de quien nadie había oído hablar nunca nada), se le entrega el país por cien años, sin ninguna obligación que tenga por lo que se le está dando, todas las obligaciones son para el país: no habría ningún impuesto y ninguna ganancia para el país. La unión de los dos océanos acabaría con el lago de agua dulce de Nicaragua, y todo lo que hay en el lago, las islas, el archipiélago de Solentiname, donde yo he fundado una comunidad y donde he vivido muchos años. Acabaría, pues, con Nicaragua, porque el agua salada arrasaría con todo.

Ya desde 1966 usted escribió El estrecho dudoso, donde cuenta de uno de esos proyectos para unir los océanos. ¿Cuál es la diferencia con este nuevo?
Era en el río San Juan, que ya casi comunica a los dos océanos, sólo hay una pequeña franja de tierra. Ese canal no iba a acabar con el lago, éste otro sí, además de que sería la entrega del país por cien años, las islas de Nicaragua quedarían hundidas porque el agua subiría dos metros, ya no habría pesca en el lago, ni siquiera se podría beber el agua del lago, el lago solamente sería para el transporte de los grandes barcos, sólo para que los veamos pasar. A eso le llama Daniel Ortega «la tierra prometida».

Después su poesía dio un giro a la poesía mística…
Poesía mística tuve bastante, en mi conversión, que fue a la mitad de mi vida. Sí, desde entonces una parte de mi poesía ha sido mística.

¿Las dos partes le gustan y se complementan?
Pues no se oponen, al menos.

¿Y a sus noventa años sigue escribiendo?
Ya menos, se me ocurren menos cosas. No escribo más que cuando se me ocurre algo nuevo. Y se me ocurren menos cosas. Leo más que lo que escribo, escribo menos.

¿Podemos esperar un nuevo tomo de sus memorias?
No, ya no. Escribí lo que pasó, lo que ha venido después de la pérdida de la revolución de Nicaragua ya no me interesa contarlo. Ya no tengo nada nuevo que decir acerca de eso, tampoco.

 

 

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