En el lugar menos esperado / María Fernanda Cortés Carrillo

Preparatoria 10 / 2013B

¿Será posible?, se preguntaba Camila una y mil veces.
     No podía —o no quería— creer que le estaba pasando lo que ella siempre había esperado. Si tan sólo fuera un poco más segura de sí misma…
     Camila es una joven muy linda, pero bastante tímida, su familia no creía en su talento, hasta sus "amigos" se olvidaban de ella. Lo anterior no provocó que cayera en depresión, y por su mente jamás pasó la posibilidad de las drogas o el alcohol. No es igual que todas, pero tampoco sobresale mucho, prefiere sumergirse en el mundo de los libros, en ellos se transporta a su mundo perfecto. No ha sentido el amor, tuvo varios novios que le fueron insignificantes, y ella quería sentirlo, porque ya había estado triste, enojada, feliz, pero nunca enamorada.
     Se sentaba en el parque a leer, y muchos no podían creer que en lugar de salir a divertirse prefiriera quedarse a leer, sola, con sus propios pensamientos, hundida en un mundo de fantasía del que sabía que muy pronto despertaría, pero del cual gozaba cada instante.
     Fue justo ahí, en ese parque con el césped alto, los juegos rayados y en mal estado, con olor a acero oxidado, en donde creyó que todo iba a estar bien.           ¿Cómo? No lo sabía, pero lo presentía.
     Al terminar de leer aquel libro de Mario Benedetti volteó y de pronto le pareció ver al hombre que le cambiaría la vida; no era muy apuesto: alto, güero, con barba un poco larga —mas no descuidada— y con una manera de caminar que no era la más expresiva de todas. El hombre enfocó súbitamente los ojos en Camila —ya que traía en su mano el libro que precisamente él acababa de leer—, se le acercó, le habló, y ella le respondió, platicaron larga y tendidamente hasta que la noche hizo de las suyas y cada uno se despidió. Ese beso en la mejilla y aquel apretón de manos desató algo que ambos sintieron, esa "magia" —por llamarla de alguna manera—  fue el punto de partida para los dos.
     En el momento en que Camila se dio la vuelta, sintió que él, muy por dentro, le gritaba ¡Por favor, no te vayas!, pero ella simplemente siguió su andar, y en su rostro, una amplia y placentera sonrisa.
     ¿Será posible que esto sea amor? No lo sabía, pero definitivamente fue como volver a nacer.

 

 

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