Preparatoria 7 / 2013A
El hombre y sus conocimientos innatos, inclinación empírica, conocimientos impuestos y que sólo es cuestión de desarrollar en la llamada “Vida”, pero, ¿cuál es su origen? ¿Lo que conocemos es real? ¿Qué es esa irrealidad que ocasionalmente pasa por nuestra cabeza? ¿Las preguntas continuas y sin contestación son acaso la respuesta misma?
El hombre al nacer, durante el parto, se encuentra a sí mismo como el centro de todo en ese instante, se encuentra como ser único, lo que crea en él su individualismo y otorga, también, una parte de egoísmo inconsciente, desarrolla una capacidad de razonamiento y planteamiento. A través de ello nace la idea de un ser superior, que deja de ser propia cuando las masas rinden culto al mismo, un ser superior, capaz de todo y sin impedimentos, dejando al hombre como un ser terrenal, una parte de su creación.
Gorgias, dentro de la ética sofista, plantea que nada existe y que si existiese no se podría conocer, y si esto sucediese, no se podría comunicar a otros. Entonces, el hombre no existe, de tal modo que su presencia no es eterna, ni duradera, no hay minutos, horas, días, meses, años… porque éste no existe, ésta no es más que una película en destiempo.
No se existe, se es parte inferior de un superior, “Dios”, somos solamente una irrealidad, porque lo verdaderamente existente es “Dios”, invisible a los ojos, no está en nadie poder verlo ni comunicarlo plenamente, el nombramiento de “Dios” es solamente parte de conocimientos innatos, conocimientos que no son claros en su totalidad, conocimientos impuestos, y las imposiciones sólo se encuentran en lo real, en lo superior, y esto da por supuesto la inexistencia del hombre.
Cuando en el hombre se percibe una característica más bien psicológica, un complejo de inferioridad, al ver que su estancia es como el viento, imperceptible y fugaz, y sólo Dios, como superior e inmortal, es lo que denota sus acciones y las consecuencias de las mismas, desarrolla actos de todo tipo y observa con detenimiento las reacciones. Y es ahí cuando la “historia” comienza…