Puedo buscar tu rostro entre las calles, mirar impaciente un reloj que, por más oraciones, nunca caminará hacia atrás. Puedo pensarte sin que me
pienses y comernos con los ojos en distancias.
Puedo mirar los titulares de los diarios, pagar sexo exprés y beber café barato, mirar mi reflejo en los cristales de las tiendas; humillarme frente a las personas y caer en la autocompasión de la forma más ridícula existente.
Puedo releer Rayuela, comprarme claveles y fingir que me los has regalado, mirar tu casa y creer que me estás esperando. Puedo embriagarme con vodka mientras me fumo dos cajetillas de cigarros, y fingir que no dueles, no te necesito.
Podemos fingirlo, sé que puedes.
Puedo recorrer la ciudad en busca del amor pululante que sin pies ni manos va lejos de mí, tomar el autobús en dirección opuesta y encontrarte en estas calles largas que huyen ante mi presencia. Puedo leer tu sonrisa en un semblante ajeno, seguir tachando días en el calendario, esperándote, sabiendo que ya no regresarás.
Puedo asegurarte que a nosotros nos faltó más tiempo, nos quedamos con ganas de hacer muchas cosas, de decirnos otras y de desahogar el deseo calcinante de nuestro ser.
Porquenos falta extrañarnos menos y querernos más, limpiarte la agonía y colmarnos de besos. Llenarme de amor y regalarme caricias.
El tiempo nos ultrajó clavándose en la herida, no fuimos rápidos, el fin nos atrapó.
Pero podemos, aún podemos, no es tarde, podemos fingir que el pasado no existió y lo único que ha sobrevivido es el amor que nos tenemos. Al igual, podemos fingir que nunca escribí esto.