Monterrey, Nuevo León, 1972. Estos poemas pertenecen al libro El orden del mundo (Premio Nacional Enriqueta Ochoa 2024).
FUNDADOR DEL ATOMISMO
Si pensamos en la división del volumen
quiero decir, de la materia
—digamos un cuerpo—
y de ahí
dividir cada vez más
fraccionar
provocar una segmentación
hasta llegar a lo más pequeño
tal vez una pizca
lo más ínfimo.
Pero vayamos más lejos
—no a lo microscópico
sino a lo más diminuto—
Demócrito dijo: un átomo
es lo indivisible
y lo dijo 400 años a.C.
y los pensó —a los átomos—
hermosamente diversos en tamaños y temperatura
y los pensó flotando por todo el universo
y fue enfático: se combinan
se juntan y rejuntan
y yo pienso en la unión
en la confluencia de las partículas
en el encuentro amatorio de lo fragmentario
una cópula imperiosa como la de los amantes.
TI 22
El titanio es un metal sumamente compacto
de alta dureza y su resistencia a elevadas
temperaturas no tiene parangón. Se emplea
en partes de las naves que se lanzan al
espacio exterior. Eso me hace pensar en
el espacio interior —en el mío y también el tuyo—.
Me figuro que las manías que nos agobian
repetidamente y que afectan la estabilidad
y energía corporal están hechas a base
de titanio porque pasan los años y no
sufren hendiduras ni se resquebrajan
siguen moviéndose con su brutalidad primitiva
a pesar de cualquier práctica ceremoniosa
o ingesta de fármacos.
CS 55
La criatura humana busca gobernar cuanto le rodea.
En sus inicios —interminable sucesión de cambios—
recurrió a los astros y vio patrones en las diminutas
esferas fulgurantes que flotaban a distancia.
Cierto día ideó la clepsidra para contar los lapsos día y noche.
De una vasija a otra corría el flujo del líquido para calcular
los tiempos de guardia o la longitud de los discursos.
En el medioevo surgen los relojes mecánicos
—campanadas marcando intervalos entre sucesos—.
Las innovaciones vinieron al cobijo de la mente
obsesiva de los hombres.
Muchos años después: el reloj atómico.
El cesio —por lo general llevado desde Manitoba hacia todo
el mundo— emite transiciones electromagnéticas
que miden con gran precisión lo que conocemos como el tiempo.
Tanto esfuerzo por sacar tajada y los momentos
se alejan o se acercan, se sobreponen o se separan
y se esconden en algún lugar desconocido.
¿Qué hago yo ahora escondida en este poema?
FR 87
Un elemento sumamente escaso en la
corteza terrestre es el francio. Como si fuera
un chico celoso se halla escondido en menas
de uranio y de torio y obnubila a los científicos
su acelerada desintegración.
Se atestigua algo parecido a un milagro:
nacimiento, desarrollo y destrucción en un lapso
que no supera los 21 minutos.
Los químicos activan sus varitas para aislar los átomos
de este metal en un intento de manipularlos
—no lo han conseguido del todo—.
Irremediablemente se enciende su obsesión de penetrar los poros
de la realidad y su complejo de dioses.
