El oasis es recuerdo de la lluvia

Mamang Dai

Pasighat, India, 1957. Recibió el Premio Sahitya Akademi por su novela The Black Hill (Aleph Book Company, 2014).

1. EL OASIS ES RECUERDO DE LA LLUVIA 

El oasis es recuerdo de la lluvia.
Amada por el sol,
la duna larga se extiende soñando un verano
en el patio de juegos de los reyes,
persigue un río de ojos, brazos, piernas
y el rostro de un dios.

A veces
gotas de agua flotan en el horizonte.
La tierra es experta en disfraces:
Lugar de entierros.
Espejismo.
Resurrección

Un hombre se vuelve palmera de dátiles,
se nutre con sueños de belleza y descanso.
Las mujeres se apoyan en el viento,
se doblan en la vigilia antigua
con el aliento de hijos e hijas,
océanos y continentes,
siguen un recuerdo

a través de eones,
respiran un jardín, un lago,
para adorar bajo el cielo de nuevo
sobre las ruinas de templos y tumbas.
Levantando tu mirada,
amada del sol, perfumada de lluvia,
cruza de la oscuridad a la luz
por un puente de huesos.


2. LAS CAMISAS BLANCAS DEL VERANO

El sol de la tarde quema, impresionante.
El movimiento de las sombras es la largura y el sigilo
del guepardo.
Adiós a la habitación y a la pequeña fuente
que mantenía el verano brotando a nuestro alrededor
ahora que la partida es segura.

El amanecer está pegado a mi cabello,
una ráfaga de dulce fragancia
que se eleva con la brisa.
Radiantes, las camisas blancas del verano.

Sin mapa,
rozando terrenos;
nada se calculó.
El amor era nuestro premio, nuestra espada,
nuestro amuleto de valor incalculable.
Tu rostro en el arrobamiento de la nube,
las palabras suaves, las manos lentas
y la luz cayendo
blanca, sobre las camisas blancas del verano.

Deshaciendo un nudo, lejos de la orilla,
los profundos canales de agua.
Luego saltamos alto
y tocamos la luna.

Ríos de arena, grises montañas del mar.
Cuando los momentos se desvanecen,
un dedo de sol toca mi rostro,
acortando la distancia.
Blanco de sal, azul de oráculo,
la profundidad oceánica lanza una ola
y golpea los barcos en nuestros corazones.
Siempre y para siempre:
radiantes, las camisas blancas del verano.


3. EL RÍO

No te demores mucho junto al río.
El río es un dios descarriado.
Es un elefante, un león;
a veces le dicen caballo.
Un verano pensamos que era un pavo real
curvándose en el polvo amarillo
que nos llenaba los ojos de oro.

Vi una mujer flotando en un estanque de nenúfares,
en una montaña de rocío, envuelta en una nube
de la que salían zarcillos y polvo de polen.

Pensé: el río es una mujer,
un país, un nombre,
una nota musical atrapada en la corriente blanca,
una hoja de papel que lleva un mapa secreto.
El horizonte es donde nace
entre la oscuridad y la cumbre,
en la cuna de la sed.

No te demores mucho junto al río.
Es un espíritu que ahoga,
un dios de brazos fuertes,
que tira y retira las estaciones;
río que fluye, detenido,
mar río, océano río,
río de todos nuestros veranos
recolectando la sal de nuestras vidas.


4. ISLA FLOTANTE

La montaña inclinada trata de alcanzarme
se estira hacia el agua, abajo.
Querida, no te vayas,
descansa, descansa en mi hombro.
En la oscuridad flotante una mujer duerme
con la mejilla en la almohada;
sus vívidos sueños.
Los pájaros del verano anidan en su pecho.

Quién sabe hacia dónde girará la corriente…
Adiós, montaña ciega, pegada al cielo.
Cuando el día se retira
Mi corazón se aferra a la vida del agua.

Hacia las profundidades, hacia el verde marino
navegando en un latido del corazón
los lirios brotan como peces espada,
y la mujer ríe, ríe.


5. LOS PUEBLITOS Y EL RÍO

Los pueblitos me recuerdan siempre la muerte.
El lugar en que nací yace calmado entre los árboles,
siempre es lo mismo:
en verano, o invierno
con el polvo volando
o el viento aullando por el desfiladero.

El otro día alguien murió.
En el silencio espantoso lloramos,
miramos la triste corona de nardos:
Vida y muerte, vida y muerte,
solamente los rituales permanecen.

El río tiene alma:
en verano corta la tierra
como un torrente de dolor. A veces,
a veces pienso que aguanta la respiración
buscando el país de los peces y las estrellas.

El río tiene alma:
sabe, estirándose más allá de la ciudad,
desde la primera gota de lluvia hasta la tierra seca
y neblina en la cima de las montañas,
el río sabe
la inmortalidad del agua.

Un santuario de imágenes felices
marca los días de la infancia.
Los pueblitos crecen ansiosos
por las futuras generaciones.
Los muertos se colocan apuntando hacia el poniente,
cuando el alma se eleve
caminará hacia el dorado oriente,
hacia la casa del sol.

En el fresco bambú,
recuperada a la luz del sol
la vida importa, de esta manera:

en los pueblitos de la ribera del río
todos queremos caminar con los dioses.

Versiones del inglés de Víctor Ortiz Partida

1. The Oasis Is a Memory of Rain

The oasis is a memory of rain. / Beloved of the sun, / the long dune stretches dreaming a summer / in the playground of kings / chasing a river with eyes and limbs / and the visage of a god. // Sometimes / beads of water float on the horizon. / The land is a master of disguise: / A burial place, / A mirage, / A resurrection. // A man turns into a date palm / nourished with dreams of rest and beauty. / Women lean against the wind / bending in ancient vigil / with the breath of sons and daughters, / oceans and continents, / tracing a memory— // through aeons, / breathing a garden, a lake, / to worship under the sky again / above the ruins of temples and tombs. / Lifting your gaze, / beloved of the sun, scented with rain, / crossing from darkness to light / over a bridge of bones.

2. The white shirts of summer

The afternoon sun burns, heart-stopping. / The movement of shadows is the length and stealth / of a cheetah. / Farewell to the room and the small fountain / that kept summer surging around us / now that the going is certain. // The dawn is pinned to my hair, / gust of sweet fragrance / lifting in the breeze. / Radiant, the white shirts of summer. // Without a map, / skimming over patches of land; / nothing was calculated. / Love was our prize, our sword, / our priceless amulet. / Your face in the cloud’s rapture, / soft words, slow hands / and the light falling / white, on the white shirts of summer. // Slipping a knot, far from shore, / deep troughs of water. / Then we were bouncing high, / touching the moon. // Rivers of sand, grey mountains of the sea. / When moments vanish, / a finger of sun touches my face, / closing the distance. / Salt white, oracle blue, / an ocean deep throws a wave, / knocking the boats in our hearts. / Forever, and forever— / radiant, the white shirts of summer.

3. The river

Do not stay too long by the river. / The river is a wayward god. / It is an elephant, a lion; / sometimes they call it horse. / One summer we thought it was a peacock / turning in the yellow dust / that filled our eyes with gold. // I saw a woman floating in a lily pond, / in a mountain of mist, wrapped in a cloud / streaming with tendrils and pollen dust. // I thought: the river is a woman, / a country, a name, / a note of music trapped in the white current, / a sheet of paper carrying a secret map. / The skyline is where it begins / between the darkness and the summit, / in the birthplace of thirst. // Do not stay too long by the river. / It is a drowning spirit, / a strong-armed god, / drawing and withdrawing such seasons; / flowing river, standing still, / river sea, river ocean, / river of all our summers / collecting the salt of our lives.

4. Floating island

The sloping mountain is trying to reach me / stretching down into the water. / Dear one, don’t go away, / rest, rest on my shoulder. // In the floating darkness a woman is asleep / pressing her cheek on my pillow; / vivid with dreams. / The birds of summer are nesting in her breast. // Who knows which way the spinning current will spin— / Farewell blind mountain, pasted on the sky. / When the day is folded away / my heart clings to the life of water— // Into the deep, into the sea green / navigating on a heartbeat / the lilies are shooting up like swordfish, / and the woman is laughing, laughing.

5. Small towns and the river

Small towns always remind me of death. / My hometown lies calmly amidst the trees, / it is always the same— / in the summer, or winter / with the dust flying / or the wind howling down the gorge. // Just the other day someone died. / In the dreadful silence we wept / looking at the sad wreath of tuberose— / Life and death, life and death, / only the rituals are permanent. // The river has a soul. / In the summer it cuts through the land / like a torrent of grief. Sometimes, / sometimes I think it holds its breath / seeking the land of fish and stars. // The river has a soul— / it knows, stretching past the town, / from the first drop of rain to dry earth / and mist on the mountain tops / the river knows / the immortality of water. // A shrine of happy pictures / marks the days of childhood. / Small towns grow with anxiety / for future generations. / The dead are placed pointing west, / when the soul rises / it will walk into the golden east, / into the house of the sun. // In the cool bamboo, / restored in the sunlight / Life matters, like this— // In small towns by the river / we all want to walk with the gods.

Comparte este texto: