El mundo de Mauro

Rafael Torres Meyer

(Ciudad de México, 1971). Su obra ha recibido los premios al primer lugar en el Festival de Poesía y Cuento de la Bahía, organizado por el H. Ayuntamiento de Puerto Vallarta, en sus ediciones primera y quinta.

I

Hay sal en Murano, una sal que lo escuece todo y que todo lo convierte en cristal. ¿Dónde están los colores? ¿Dónde los esconde el horizonte de agua? ¿Acaso los ha llevado todos a Venecia?

II

Fra Mauro camina como si navegara. Imagina aventuras que sólo suceden al interior del convento o, mejor, de su cabeza. Con la imaginación recorre costas inhóspitas, archipiélagos desconocidos y continentes ignotos.

III

Mauro camina. Sus primeros pasos son analgésicos, apagan el dolor de una endoscopia.

IV

Él dibuja universos que jamás conocerá, reconstruyendo los relatos de otros aventureros, imaginando cuerpos de agua que cruzan continentes lejanos que sólo puede ver con los ojos de otros.

V

Hay colores en el mundo de Mauro, su madre y su abuela los usan para describir su entorno. Pero hace falta el cristal por el que ese nuevo ser lo mira todo. ¿Dónde se esconde la magia que les describe? ¿Más allá del horizonte de concreto y jacarandas? ¿Acaso se ha quedado todo en Murano?

VI

El monje viajó. Lo hizo ligero. A veces mercó con especies. A veces intentó conquistar nuevos soles. Siempre terminó conquistado por los paisajes.

VII

El niño viajó. Su carga siempre fue pesada. La cuna, la carreola, tres cambios de ropa para cada día de la semana. Dos suéteres. Chamarra. Galletas, manzanas. Mamá y papá colgados del equipaje. A veces sorprendió. A veces se sorprendió. Siempre conquistó nuevos corazones.

VIII

Hay continentes lejanos que aún no han sido dibujados. Los viajes siempre descubren territorios insospechados.

IX

Él dibuja mundos que se inventa. Donde los duendes y los dragones coexisten. Donde se cocina con ingredientes de nombres extraños. Donde se combate con fiereza. Donde se abraza con fuerza.

X

Mire, capitán, una ballena, dice el joven marino que acaricia un rosario. Mira, mamá, un pendejo, dice el joven artista que contempla un rascacielos.

XI

Uno abandona los mares para ponerse los hábitos. Otro abandona los hábitos para ponerse los mares.

XII

Fra Mauro dibuja. Lo hace mientras escucha las odiseas de Enrique el Navegante, lo hace mientras su mundo se limita a una austera celda. Lo hace viajando por ideas que jamás nadie ha cotejado.

XIII

Mauro dibuja. Lo hace mientras escucha el teclear de una computadora, lo hace mientras su mundo se limita a una casa, dos perros y los miedos de toda una generación. Lo hace viajando por un mañana que todos soñamos sin fronteras.

XIV

El mundo de Mauro es tan pequeño y tan nuestro.

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