Preparatoria de Tonalá / 2012B
Jamás imaginé que fuese capaz de hacer tantas cosas por este loquesea, porque, a pesar de que tiene un nombre, es mucho más que eso y aún no le he encontrado el nombre indicado. Lo que hago, lo que siento, lo que expreso es por él. Por él respiro, camino, lloro, río, siento y escribo estas palabras. Aún no he descifrado para qué sirve; las personas nunca sabemos por qué o para qué tenemos las cosas, sólo las usamos, nunca nos dan el manual para que las conservemos siempre igual. Con el paso del tiempo se hacen heridas, se vuelven viejas como nosotros y aprenden a vivir con tristezas y alegrías.
El habitante de mi cuerpo me enseña a amar y a odiar. Durante la vida entera me acompaña, ayuda y consuela. Gracias a mi corazón he aprendido que la vida tiene dos sentidos, mas tú eliges el mejor: vivir para sufrir o sufrir para vivir. Cuando mi vida termine, él se irá conmigo y llevará guardado el camino que decidimos recorrer hasta que el último rayo de luz entre a mis ojos. “El habitante de mi cuerpo”, una frase a la que el corazón le encuentra sentido aunque tus ojos no lo vean.