El arte de Tania Candiani ha transitado el puente, el gran puente construido por los sonidos del mundo y el ser humano. En su exploración constante, ella ha ubicado a las personas y sus experiencias en el centro de una reflexión profunda sobre la memoria, el territorio, el trabajo y la comunidad. En su obra, el sonido trasciende su función de mera materia prima para convertirse en una herramienta de conexión, un medio para revelar los vínculos que unen a los individuos entre sí y con su entorno. Cada una de sus piezas establece un diálogo en el que lo humano está siempre presente.
La artista nos invita a escuchar más allá de lo evidente. Las campanas de mimbre tejido de Prólogo (Siete campanas) simbolizan la unión entre la naturaleza y la artesanía, elementos profundamente arraigados en la historia. Cuando el río suena da voz a un río silenciado por la industrialización, utilizando un arpa monumental como instrumento de resistencia y memoria ecológica. En ambas obras, el paisaje natural se convierte en un reflejo de las interacciones humanas, un participante activo en la experiencia estética.
Este enfoque también se manifiesta en Ríos antiguos, donde los trazos de ríos desaparecidos en la Ciudad de México son transformados en composiciones sonoras. Cada caja musical es un archivo con vida que registra no sólo los trazos hidrográficos, sino también las historias asociadas a ella. En Arpa eólica, también, los vientos del Valle de Guadalupe se traducen en una memoria sonora que conecta lo geográfico y lo cultural.
El trabajo humano y su memoria son esenciales en piezas como Cantos de trabajo y Pulso. En la primera, los sonidos ligados a labores tradicionales resuenan como un homenaje a las vidas que han sostenido comunidades a lo largo del tiempo. Desde los cantos de esclavos en plantaciones de caña de azúcar hasta los sonidos de talleres textiles, la obra resignifica estas prácticas como parte de una narrativa contemporánea que exalta el trabajo colectivo. En Pulso, el metro de la Ciudad de México se transfigura en un espacio de acción colectiva, donde más de doscientas mujeres trazan una cartografía sonora al utilizar tambores prehispánicos. Esta pieza reivindica el espacio público como un lugar de resistencia y conexión, uniendo el pasado y el presente en un latido colectivo.
Syreni utiliza un coro para replicar sonidos no humanos, como sirenas de barcos, desdibujando las fronteras entre lo natural, lo humano y lo tecnológico. En Language as Sound, las consonantes del idioma polaco se transforman en una composición sonora que revela la musicalidad de una lengua. Además, la pieza Talk and Response lleva esta exploración al plano literario, tomando las anotaciones de Rayuela de Julio Cortázar para convertirlas en partituras que dos trompetistas interpretan en un diálogo improvisado. La voz humana es un territorio fundamental en la exploración de Candiani.
También es central en su obra la relación entre la tecnología y la tradición: en Máquina telar y Engraving Sound, lo tradicional se resignifica al integrarlo en experiencias sonoras innovadoras. En la primera pieza, las tarjetas perforadas utilizadas en los telares se convierten en patrones que generan sonido; en Engraving Sound, los grabados en placas de cobre se transforman en discos sonoros, enriqueciendo los límites entre lo visual y lo auditivo. En estas dos piezas, Candiani reinventa tecnologías en desuso y subraya así la creatividad como forma de resistencia.
En su arte, Candiani también confronta memorias de violencia y resistencia. Desminar utiliza inteligencia artificial para interpretar superficies marcadas por la violencia, mientras que Golpe de agua conecta rituales ancestrales con problemáticas ambientales contemporáneas. En ambas piezas, el sonido se posiciona como un medio para reconstruir historias y sanar heridas colectivas, transforma lo inmaterial en una herramienta de reflexión y acción.
La música, en su obra, no es un elemento secundario, sino un eje que organiza y da sentido a su exploración del tiempo, la memoria y la comunidad. Desde instrumentos reinventados hasta paisajes sonoros y acciones colectivas, Candiani demuestra que el sonido es un lenguaje universal capaz de conectar lo individual con lo colectivo, lo material con lo inmaterial. Su arte nos invita a escuchar con profundidad, a reflexionar sobre nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos, y a reconocer que las vibraciones sonoras son también ecos de la humanidad compartida.
Tania Candiani (Ciudad de México, 1974) es una artista multidisciplinaria que explora el sonido, el lenguaje, la tecnología y la tradición. Su obra, de enfoque feminista y colaborativo, conecta el conocimiento ancestral con desafíos contemporáneos; en ella destaca la memoria, la sostenibilidad y la justicia social. Ha obtenido reconocimientos como la Beca Guggenheim y representó a México en la Bienal de Venecia 2015. Su trabajo, exhibido globalmente, incluye instalaciones, performances y publicaciones que reflejan su compromiso con la idea expandida de la traducción entre lenguajes y técnicas, y las políticas de la escucha.
Análisis crítico y semblanza creados por Víctor Ortiz Partida a partir de los textos publicados en el sitio oficial: taniacandiani.com
Las imágenes de la obra de Tania Candiani aparecen en Luvina por cortesía de la propia artista.

Video HD

Video HD

Voz coral (441 Hz), video y grabación de campo
Dimensiones variables

Video ultrawide screen
5760 × 1080, plataformas de madera grabadas, trompetas de metal latonizado, bocinas
240 × 240 × 25 cm cada plataforma
Foto: cortesía de Museo Kaluz

Inteligencia artificial, placas de metal, video, sonido
Foto: Juan Fernando Castro

Instalación sonora, video y objetos textiles

Video

Teponaztlis, tambores tarahumaras, videoinstalación de tres canales
—