El golpeador ojos mar / Iván Moisés Sánchez Hernández

Preparatoria de Tonalá Norte

El golpeador mira,
apunta con su lanza,
destroza el corazón,
un pobre corazón.
Mira a su víctima a los ojos,
sus miradas se cruzan.
Un mar y una mariposa
se miran, y el silencio
corta las palabras que deberían decirse.
Destruye a la mariposa con sal.
El mar mata al silencio y a sí mismo.
El complejo de la víctima,
adicta al dolor,
adicta a las lágrimas.
Ir para atrás,
pero el mar y el golpeador
marchan a la par.
Ambos aman a la mariposa,
asesinando a sus víctimas,
una por día,
la misma toda la vida.
¿Cuánto puede aguantar un corazón bajo presión?
¿Cuánta sangre puede ser cortada en tajos con una pluma?
¿Cuánto puede aguantar?
Sangre transparente,
inodora, incolora, sin sabor,
es lo que se puede derramar.
Sangre más espesa y líquida,
artificial,
se mezcla entre negro, rojo, rosa, carmesí,
amarillo y blanco,
en círculo cromático
hecho por neuronas y feromonas,
de silencio y soledad.
Esa sensación pegajosa,
un juego infantil y nada más.
Y así sigue el golpeador
de ojos mar,
matando a su víctima con caricias,
caricias de viento y agua,
de fuego, caricias oculares
sabor cereza y limón,
y sin compasión mata a la mariposa de ojos cafés,
su víctima favorita,
adicta al dolor y a las caricias,
y así sucede
el resto de sus metamorfosis.

 

Comparte este texto: