El estrellador / Miguel A. Macías

Preparatoria 7

El hombre despertó. Había soñado con su difunta esposa, más bien había sido un recuerdo, pero él lo tomó como que ella se le había manifestado. Lo había despertado el clásico sonido que le daba vida a su trabajo: la explosión de una estrella; ésa era la señal que necesitaba para iniciar su día de trabajo.
    Tomó rápidamente su morral. En el camino mezcló los ingredientes (ya le quedaban muy pocos) y el morral comenzó a arder; apresuró el paso a medida que sentía un calor tremendo en su mano.
    Llegó al risco donde se veía el pequeño pueblo. Como el arbusto le estorbaba, lo quitó; ya sólo corría, y cuando el morral se encendió lo lanzó hacia el cielo. Se escuchó de nuevo el sonido muy bien reconocido por él. El morral desapareció consumido por las llamas, que cada vez subían más. Siguieron subiendo, subiendo y subiendo hasta convertirse en un resplandor blanco que le dedicó un último brillo. Se perdió entre los miles de puntos blancos en el cielo. Se sintió satisfecho, su trabajo había valido la pena. Una nueva estrella había nacido.

 

 

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