Dos colecciones de cuentos / Cecilia Eudave

Un nuevo recorrido por Manderley  en venta

Me reconozco como una lectora asidua de la narrativa de Patricia Esteban Erlés, de sus mundos siniestros que colapsan con las grandes verdades del corazón humano llenas de malevolencia y poca virtud. De su ingenio perverso, de la manera tan desenfadada, entrañable y cruel de hablarnos de asuntos cotidianos que de pronto pueden albergar realidades tan oscuras como las propias, esas que escondemos bajo el halo de la normalidad. Esta escritora zaragozana está llena de sorpresas narrativas. Por ello, se ha convertido en referente de la narrativa breve y sus alrededores, volviéndose imprescindible para los amantes de las realidades fantásticas o poco convencionales; sus libros de relatos Azul ruso (2010), o de minificción, Casa de muñecas (2012), son claros ejemplos de ello. También es indispensable la novela Las madres negras (2018), con la que ganó el iv Premio Dos Passos. Novela estremecedora, oscura, que de manera inteligente va trazando, desde distintas voces narrativas y perspectivas sociales, los horrores que se viven en el orfanato de Santa Vela, para ofrecernos una lectura de las patologías sociales en la actualidad, desde un tiempo suspendido y de apariencia remota y arcaica. Y ahora, su casa editorial Páginas de Espuma nos entrega la versión reloaded de Manderley en venta y otros cuentos (2019).               
      Los doce relatos que conforman el libro van configurando un universo donde el extrañamiento se desliza sin tropiezos, donde la cotidianidad se desvela junto a lo siniestro y los personajes van entrecruzando sus destinos con insólitas circunstancias que los marcan o los expulsan de esa realidad tan propia como ajena. Nosotros, como lectores, acompañamos a esos seres extraviados entre las páginas de Esteban Erlés que no saben qué hacer cuando el «Culo de manzana» ya no es suyo; o cómo reaccionar en caso de encontrarse pedazos de su pasado en la «Línea 40» del autobús; o será posible asumir o discutir sobre quién es el verdadero «Habitante» de un piso rentado, para después darnos cuenta, en «Cantalobos», de que la locura es blanca y silenciosa como un gato blanco de angora (p. 63).
      Lo insólito y lo posible nos llevan de la mano, y junto a ellos entramos en la mansión Manderley donde Esteban Erlés nos espera, silenciosa y profana, ofreciéndonos desde el pórtico sus palabras seductoras y fantásticas. Cruzamos el umbral sin medir consecuencias, dispuestos desde las primeras líneas de su sugerente e hipnótica prosa a degustar, a espiar, a sorprendernos, a erizarnos con la ambigüedad de un rumor gótico y escalofriante. Y no hay escapatoria. Una vez que se penetra en este universo narrativo, nuestra conciencia se compromete con cada cuento. Vivimos con la misma intensidad las fabulaciones, a veces tan perversas como humanas, de los sujetos fantasmales que aún en su corporeidad deambulan atormentados entre las páginas de este volumen. Nadie sale intacto de la experiencia de leer a Esteban Erlés, porque ella sabe de obsesiones, de filias, de espacios domésticos que se revelan, de gatos y animales que circundan silenciosos entre realidades paralelas, de soledades y de afectos que a veces matan o arrinconan. Manderley en venta y otros cuentos nos abre sus páginas inquietantes, nos invita a habitarlas y a buscar entre ellas un espacio para la fuga o la reconciliación.

 

Por una memoria luminosa

Es imposible abordar el libro de cuentos La memoria donde ardía, de Socorro Venegas, publicado por Páginas de Espuma en 2019, y no sentirse abrazado por el rumor de los recuerdos propios o ajenos. Y no sólo porque estamos ante una colección de relatos que se ha conjuntado entre el tiempo vivido y el de la escritura; escritura que se desborda y quema para trazar las rutas de una memoria íntima que se suma a la nuestra y nos recrea una manera de leer el pasado. La prosa de Venegas fluye como lo hacen los días, los años y las décadas, recreando los espacios por donde las añoranzas de vida van gestando un paisaje entrañable de sucesos, confeccionando la rememoración amorosa, dolorosa o de pérdida. Quizá por eso se pregunta, casi retóricamente, en el cuento que da titulo al libro: «¿Estaremos hechos más de lo que olvidamos que de lo que recordamos?» (p. 21).
      Las reminiscencias que nos propone la escritora entre sus páginas, entre sus historias, sacuden y estremecen en su andar poético y reflexivo. El despliegue de discursos llenos de nostalgia por lo que ya no está, por lo que no ha sido, por lo que fue, se vuelve poroso y permite al lector darle una vuelta de tuerca a esa memoria que en otro tiempo categóricamente se suscribiera «como la maldición de los hombres». Aquí, recordar no es una condena sino una liberación, o como dijera Elena Garro, otra escritora que sabe cómo abocarse a los recuerdos: Yo sólo soy la memoria y la memoria que de mí se tenga. Así, en este libro nos encontramos con personajes que miran de otra forma su existencia maltrecha, malograda o interrumpida. Y un duelo puede ser el principio de otro tipo de convivencia, o el desprendimiento de una nueva etapa de la relación vivida, como en los cuentos «Pertenencias» o «Isla negra». O percatarnos de que lo efímero a veces dejará más huella que lo que permanece, como sucede en «Los aposentos del aire». La experiencia de la maternidad, en varias dimensiones, desde el rechazo hasta la imposibilidad de acceder a ella, es otro tema sustancial y lo podemos constatar en «Gestación» o «El hueco». Otros relatos nos revelan nuestra confusa relación con el mundo, nuestro temor de evidenciar los deseos oscuros o las obsesiones ocultas, o la manera en que nos relacionamos con los otros —el caso de «Como flores», «La soledad de los mapas» o «El fuego de la salvación».
      Este libro de relatos nos toca a todos, nos desnuda íntimamente al encontrar ecos de semejanza en cada una de sus narraciones porque la escritora no ha sucumbido a la tentación de contar al resguardo de una sinceridad nacida de la inmediatez de lo vivido. Sinceridad que sólo se vence, en palabras de Fernando Pessoa, gracias a una larga disciplina, un aprendizaje de no sentir las cosas sino literariamente.Socorro Venegas optó, en medio de la angustia que puede producir el pasado, por la reconstrucción de una memoria que deja de arder y se vuelve luminosa. Evocar se convierte no en un acto incendiario de rencor o tristeza, sino en una forma de reconciliación, una toma de conciencia de lo bueno y lo malo de nuestra naturaleza humana de frente al miedo, a la soledad, a la pérdida y la angustia de vivir en este mundo que no debe oscurecernos sino iluminarnos aun en el dolor que nos cause: «De modo que es así como regresan los recuerdos, para decirnos quiénes somos» (p. 23).

Manderley en venta y otros cuentos,
      de Patricia Esteban Erlés. Paginas de Espuma,
      Madrid, 2019.

La memoria donde ardía, de Socorro Venegas. Páginas de Espuma, Madrid, 2019

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