Discurso sobre el hijo de puta [fragmento] / Alberto Pimenta

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[…] dónde, procurando bien, no se encuentra un hijo de puta. El hijo de puta no cambia, el hijo de puta nunca cambia, es eterno; pero evoluciona y alarga su esfera de ocupaciones, se expande, utiliza nuevos métodos (de los sanitarios a los cementerios), cuando los viejos, como todo, acaban por gastarse y dejar de ser eficaces. Ésa es la técnica (o progreso) del hijo de puta: expandirse multinacionalmente en círculos concéntricos, cada vez más anchos, abarcando en el nuevo círculo todo lo que tienda a escaparse del antiguo:

nada, nada puede detener este surgir y expandir, y lo mismo se puede naturalmente decir del lugar que el hijo de puta ocupa. El hijo de puta, ya sabemos, está en todos los lugares, aunque tiene hábitos y modos diversos, conforme al lugar en que se encuentra. Si en ciertos lugares del sur es por ejemplo musulmán, en otros es por ejemplo católico y en otros protestante, y en otros encima judío o incluso ateo. Por eso los pragmáticos consideran que el orden y la función social son una cuestión de gusto. El hijo de puta es siempre aquello que los otros hijos de puta del momento y del lugar son; es, porque es eso que «conviene» ser, y por lo tanto es eso que es él. El hijo de puta se inserta siempre en el proceso en curso, cualquiera que éste sea, y ése es otro rasgo distintivo del hijo de puta. El hijo de puta colabora, y anda siempre en el viento, siempre en la marea, siempre en la ola. El hijo de puta es siempre en lo más […]

 

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Versión del portugués de Sergio Ernesto Ríos

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Discurso sobre o filho-da-puta
[…] onde, procurando bem, não se encontre um filho-da-puta. O filho-da-puta não muda, o filho-da-puta nunca muda, é eterno; mas evolui e alarga sua esfera de ocupações, espraia-se, utiiza novos métodos (desde os sanitários aos cemitérios), queando os velhos, como tudo, acabam por gastar-se e deixar de ser eficazes. Essa é uma das técnicas (ou progressos) do filho-da-puta: espraiar-se multinacionalmente em círculos concêntricos, cada vez mais largos, abrangendo no novo círculo tudo o que tenda a libertar-se do antigo:
Nada, nada pode deter todo este raiar e espraiar, e o mesmo se pode naturalmente dizer do lugar que o filho-da-puta ocupa. O filho-da-puta, já sabemos, está em todos os lugares, mas tem hábitos e modos diversos, conforme o sítio em que se encontra. Se em certos sítios do sul é digamos muçulmano, noutros é por exemplo católico e noutros protestante, e noutros ainda judeu ou mesmo ateu. Por isso os pragmáticos consideram que a ordem e a função social são uma questão de gosto. O filho-da-puta é sempre aquilo que os outros filhos-da-puta do momento e do lugar são; é, porque é isso que «convém» ser, e portanto e isso que ele é. O filho-da-puta insere-se sempre no processo em curso, qualquer que ele seja, e esse é mais um traço distintivo do filho-da-puta. O filho-da-puta colabora, e está sempre no vento, sempre na mare, sempre na onda. O filho-da-puta é sempre no mais […]

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