Delicados trazos apela por su mismo título al género experimental, inquisitivo y libre del ensayo. Pero, como toda escritura de Noé, nos convida una nueva versión del género, al combinar en un perfecto balance, en cada uno de los dieciocho ensayos del libro, la precisión y el rigor teóricos con el poder evocador de la poesía y del pensamiento, diría yo del pensamiento poético o de la poesía del pensamiento, recordando a George Steiner. Los conceptos claros y precisos de Noé cifran, desde su oblicuidad y condensación, altamente sugerentes, en un libre y ágil trazo de asociaciones, sentidos novedosos que dan un radical vuelco a nociones y fundamentos establecidos. El reto y el logro es condensar, en la brevedad, el límite que en uno de sus ensayos («Vita brevis vs. vita extensa») se contrapone al concepto de la amplificación, la profundidad del pensamiento, a la vez que la amplitud y diversidad de las perspectivas que culminan, todas, en cada uno de los capítulos, en una iluminación, en la forma de una figura abstracta que abrevia sentidos insólitos, otros caminos para el pensamiento. El estilo ensayístico que recorre el libro se caracteriza entonces por el riesgo ante la experimentación, por una actitud de grácil ligereza, con el que se plantea otras posibilidades hasta entonces impensadas, a partir de distintas nociones aparentemente dispares. El puente que enlaza el riesgo y la magnitud de la apuesta por la verdad a partir de un ensayo provisional, un errar o deambular verbal con arte o método, en tono menor, es la brillantez del ingenio que ilumina por medio de un creciente espesor de relaciones el punto clave de la abstracción evocadora, cifra de otros conocimientos singulares que se desborda en una multiplicidad de direcciones semánticas, temáticas y discursivas. El entendimiento de esta verdad velada, de este enigma o figura abstracta, sugerida con un guiño nada ceremonioso, dirige una lectura crítica, activa. Se convoca así un dinámico a la vez que placentero diálogo inter pares, en un espíritu platónico, que fructifica en una explosión de sentidos, una amplificatio de la sucinta proposición a manera de glosa. De esta manera, el magister que es Noé se hermana con la lectora para evocar en colaboración creativa proliferantes trazos de sentidos.
Subrayo, todo el libro es un ensayo que se dispara en direcciones sorpresivas e imprevisibles, pero que nos brinda, sin excepción, preciadas rarezas del pensamiento. Docto en diferentes disciplinas y campos del saber, como la filosofía, el psicoanálisis, la antropología, la economía, la política, la sociología, la lingüística, la semiótica y las artes, Noé nos recrea con cátedras o lecciones magistrales sobre materias y debates muy complejos, dilucidados por medio de exposiciones perfectamente estructuradas y graduadas, con un tono amistoso, conversacional, que no excluye el guiño humorístico que apunta con un espíritu lúdico y desinteresado hacia la originalidad de la sorpresa conceptual. Con erudición, imaginación y sensibilidad, Noé establece matices, nexos y continuidades entre espacios culturales diversos como Europa y Latinoamérica, desvelando así la falsedad y estrechez de interpretaciones canónicas, todavía eurocéntricas. Su profundo conocimiento del archivo cultural occidental le permite también relacionar las producciones culturales catalogadas como «alta» cultura con un dilatado registro de fenómenos (p. 60). La literatura recupera así su especificidad a la vez que su continuidad en otros campos, prácticas y discursos. Es decir, Noé ofrece un acercamiento al fenómeno de lo literario desde una vasta perspectiva, rindiendo a la vez cuenta de su ser y valor únicos. No hay tema o campo del conocimiento que esté fuera del cacumen inquisitivo de Noé. Resalta en particular la relevancia de los planteamientos y reflexiones en torno a las encrucijadas y dilemas de la modernidad que permean una diversidad de espacios sociales, políticos, económicos, lingüísticos y semióticos (p. 92). Como humanista e intelectual, su indagación crítica, aguda, de estos dilemas se basa en una postura ética frente al mundo. Son pocos los intelectuales que hoy en día adoptan esta valiente postura, signo de autenticidad y de espiritualidad, palabras vedadas en nuestro mundo relativista. De ahí que la riqueza temática, el tejido de conexiones que esbozan sus sutiles insinuaciones de pensamiento, se vierta, como he mencionado anteriormente, en múltiples direcciones, hacia reflexiones sobre el tiempo, la muerte, el posible lugar y función de la palabra frente a los discursos, los cambios sociales, la historia y el porvenir, en rebelde y porfiada resistencia ante el desgaste que consume ineludiblemente toda vida. Es evidente su afinidad hacia propuestas intelectuales y artísticas que destilan interrogantes más que verdades, con otra luz que enceguece y oscurece al mismo tiempo, en su osado y persistente discurrir por los espacios subterráneos de la imaginación y del sueño —pienso en Walter Benjamin y Macedonio Fernández, Borges y Sor Juana, a contracorriente, deslumbrantes superficies donde resuena un realismo chato o bien el ruido del poder (p. 78). Por lo tanto, me atrevo a decir que el proyecto vital de Noé, en el que se inscribe o que corona este magnífico opus, es la tradición «ligada a la trascendencia cuyo vehículo sería en especial la poesía» (p. 33). Termino citando un pasaje del ensayo «¿Dónde está la literatura?»: «Importa más […] la idea de que la palabra es como un cofre que encierra todos los secretos del universo y de que la literatura es su producto y, como tal, pese a que puede sufrir crisis de soledad o de abandono de variada duración, en la medida en que encarna una dimensión indivisible de lo humano persistirá, seguirá siendo indispensable para salir por un instante de los instantes que se pierden para instaurar la poderosa ilusión del tiempo detenido, en suma de la eternidad» (cita que, me parece, puede leerse como un cifrado homenaje a Tununa Mercado, Yo nunca te prometí la eternidad).
Delicados trazos. Ensayos y tribulaciones, de Noé Jitrik. Universidad Veracruzana, Xalapa, 2014.