(Ciudad de México, 1963). Acaba de publicar Tiempo germinado, casi flor.
Poesía reunida (Universidad de Guadalajara / Rayuela, 2021).
Bas Jan Ader: Retrato de un gusano blanco, de Sayuri Sánchez, es un libro donde se conectan dos tradiciones: por una parte la surrealista y el performance, y por otra, la escritura de los romances, de los juglares, del canto medieval con sus noticias de lo largo y ancho del mundo.
Así, Sayuri nos ofrece puntos de apoyo que están en todo el planeta, además de los diversos reinos naturales. Como buena heredera de la tradición de Marcel Duchamp, descoloca la vida cotidiana, los objetos del diario vivir, para mostrarnos lo ridículos que son, lo inútiles, y así les da la vuelta de tuerca para mostrar una vida humana que pende de nada. Con estas posibilidades del humor, su poemario se desdobla en voces diversas, en ecos, en cantos; a veces los escuchamos demasiado cerca, a veces en una lejanía inimaginable. Al cabo de algunos versos, todo punto de apoyo del lenguaje y sus conceptos cambian, y los lectores nos encontramos al otro lado de donde creíamos estar.
De esta manera nos introduce en el performance del que formamos parte, en el humor y en lo relativo hasta de la escritura. Entonces todo puede ser lo otro, que no es sino el meollo de la metáfora.
Bas Jan Ader es un libro múltiple; por eso, cuando llegó a mis manos en forma de manuscrito, entre muchos otros del Concurso Estatal de Literatura Hugo Gutiérrez Vega, me asombró por la suspicacia estructural y las maneras de rotar el lenguaje y el sentido de sus imágenes. Hay en el poemario, también, una propuesta plástica: el título y la distribución de las tres secciones llevan al lector por el recorrido museográfico de ese performance en cuya base se encuentran los manantiales semánticos. No son imágenes construidas para formar el cuerpo de los poemas, son poemas construidos como campos de fuerza de significados que se encuentran, se enfrentan, se desdicen y logran el surgimiento de un mundo original.
«Utilería», «Seis interpretaciones de Muerte sin fin» y «Los lugares vastos», las tres secciones del libro, restituyen una memoria personal e histórica (y aquí hablo de una memoria de la especie) para darles vida. Imágenes quietas, fijas, comienzan una nueva vida, un movimiento en este performance del gusano blanco, que en realidad es el vacío o el todo. Es como si el tiempo, en palabras de Giorgio Agamben, escribiera —en esa memoria histórica— su coreografía.
Bas Jan Ader es un libro enigmático, a veces incluso oscuro, porque está compuesto para ejecutarse: las palabras, los versos, van incorporando su sentido en la
medida en que son ejecutados en su lectura, y se van volviendo cuerpo como en una danza, en esa hibridez que caracteriza al libro. Por ello es que percibimos un origen, llegamos al nacimiento de objetos, situaciones, colores, mundos.
El poemario de Sayuri Sánchez es un performance de la imaginación, acotado por la memoria y el tiempo, es en esa escena que el pensamiento, las sensaciones y las imágenes se vuelven cuerpo, reminiscencia. Y la propuesta de nuevas lecturas y visiones de la realidad.