L’angoisse de l’amour te serre le gosier
comme si tu ne devais jamais plus être aimé
Apollinaire, Zone
¿Pero cómo se hará de noche si la sombra
no sabe qué hacer contra el pulido
azul de la bahía?
Los cascos de los barcos ya están negros
y el cielo rayado de mástiles negros
y el agua todavía resplandece.
En el bar, siluetas
que la tarde cortó de su papel plateado
toman whisky y murmuran
en media docena de lenguas. Y tu botella
se va poniendo igual a todas las botellas;
ya no es posible leer las etiquetas.
¿Pero cómo se hará de noche
si la noche vacila
ante el escudo azul de la bahía?
Alguien tal vez venga nadando
de los barcos, y por la estela negra
que dejen sus brazadas invisibles
entre la noche al mar. Entonces sí,
antes que llegue el nadador
será de noche y se habrá abierto
la mano que en un puño tu corazón tenía.
Los dados huecos
Full, póker, full: pero estos dados, huecos,
a cada golpe nos llevan más lejos
de la tierra, a una órbita improbable.
Sobre la bandeja que cubierta
por una toalla apoyamos en la cama
ruedan los dados huecos. Lo que sale
parecen cinco ases. Pero no.
Como la gravedad, la suerte
está hambrienta de masa y aquí ninguna
de las dos encuentra qué comer.
(Más tarde, en la noche, la sospecha
de que esta falta de peso o negativa
o renuencia a pesar podría
ser el síntoma de una enfermedad
cuya causa apenas encubierta
seríamos nosotros o bien esta pieza
un poco siniestra de un hotel de provincia.
Nos damos cuenta que no somos ni seremos
felices juntos pero qué cretino este fantasma local
que, contra toda chance y buen sentido,
además nos hace sufrir).