Nada la naranja desde San Gregorio
encima de los barcos nada
salvo la intención uno
que sabe nadar ni por asomo
ve tanto naranja
llegando por el agua sshhss sshhss
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los dedos remos en el aire
que pensar aullar
de la brisa loba
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en las veces del azar
cuando asombra y dice oh
quien dijera sobre un carro con caballos
de romano. Síntoma de toro que parece
si tropieza moribundo y está ahí
creyendo que la mueca de creer es convencer.
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Cuando uno dice aquí
comienza a despedirse. Expiar
o comparar lo poco que faltó
del mundo hay un espejo con nada
siempre igual que si un desgarro
de tanto el brazo echar lejazo
quinina y quasia el río
ni tan negro
las manos de mujeres que rayaban la naranja
peinada transparencia
aciago pendular de la ocasión
donde uno dice
está.