Contra la forma

Xitlalitl Rodríguez Mendoza

Guadalajara, Jalisco, 1982. Su libro más reciente es Poesía morosa. Prositas de amor contra el SAT (Ícaro, 2022).

No contiene armonías de Tedi López Mills abre con un epígrafe de John Berryman: Do you ever use a form? A diferencia de lo que pasa con los paratextos en la mayoría de los casos —que terminan igual que recuerditos en un trinchador polvoriento—, el epígrafe de este libro de poemas nos instala ante su motivo constante de confrontación: la forma. La frase en cuestión, que podríamos traducir como «¿Llegas a usar una forma?», se encuentra en una carta de Berryman al poeta James Laughlin, en la que le pedía enfáticamente que no dejara de escribir: You ought to write harder; don’t quit. Irónicamente, el siguiente paratexto que aparece en el libro es una nota de la autora, en la que afirma: «Escribí este libro a lo largo de 2018 y 2019, en mi vida anterior, todavía con Álvaro como mi primer lector absoluto y predilecto. El poema inicial es el más reciente: del 15 de abril de 2019. No he escrito poesía desde entonces y confieso, sin dramatismo, que no sé si podré volver a hacerlo. Quizá de tanto jugar a que las puertas se cierran, se acabaron por cerrar de veras. Quizá la ironía tuvo un efecto corrosivo. En todo caso, este libro es obra del amor: por Álvaro y para Álvaro».

Ese Álvaro tan particular es, como sabemos, Álvaro Uribe, narrador, ensayista y traductor, quien además fue —a lo largo de cuarenta años y hasta su muerte— esposo de Tedi. Dado que No contiene armonías fue publicado en 2023, un año después del fallecimiento de Álvaro Uribe, no hay forma de leer este libro sin sentirlo como una elegía, una abolición del lenguaje en absoluto desmantelado por la pérdida del ser amado y con una intención mallarmeana embarcada hacia los derroteros de la Nada, de la hoja en blanco, de lo sin forma.

Sobre este libro, Rodrigo Flores explica: «Desde el título, se advierte la intención desmitificadora. Se anuncia una deserción, aquella con la que convencionalmente se asocia lo poético, es decir, lo armónico». ¿Pero ante qué se impone esta falta de armonías? ¿Lo puede ser ante una poesía nacional que, en general, se regodea de tratamientos autocomplacientes, dedicada a contemplarse ora en las mesas de novedades, ora en redes sociales? ¿Ante la forma del poema o la que lo precede?

El Diccionario del uso del español de María Moliner define forma como «Manera de estar distribuida la materia de un cuerpo». Luego en su primera acepción, como término filosófico, se afirma: «Concepto, en general contrapuesto a materia, que representa el elemento que completa o determina a esta para constituir el ser. […] En la filosofía moderna, se invierten los valores clásicos de materia y forma, y se hace de esta el elemento accesorio o aspecto externo de las cosas, mientras que la materia o “contenido” es lo real en ellas». Esta figuración del lenguaje será desarrollada de manera fascinante por la autora, filósofa de formación, a lo largo de cinco apartados, donde la forma va siendo puesta en juicio y analizada según su dimensión metafísica, lógica, poética y social.

El primer apartado se conforma por un solo poema en el que, a partir de la anáfora construida con «Debo» («Debo honrar a los objetos, no a los sujetos / […] Debo pensar en lo que está aquí / […] / Debo pensar / […] / Debo pensar en mí. / Debo escribir una experiencia que no me incluya / aunque yo la atestigüe»), se dialoga con otra, una construida desde el deseo de escribir «Un poema agradable»: «Si pudiera escribir poemas agradables lo haría. / Un poema agradable sobre la luna llena o la luna menguante. / […] Un poema agradable donde no figure el agua en ninguna de sus formas». Aquí queda muy marcado el sentido del deber y del deseo, es decir, el sitio donde se plantean las oscuridades lanzadas por la ética, por un lado, y la poética, por el otro. Entre esta polarización, la voz poética afirma «Lo real no es más tangible que lo imaginario pero puede cotejarse con lo real de alguien más en el mismo momento», y es así que establece las reglas de  su universo.

En el segundo capítulo se construye una confrontación directa con sus pares, los poetas. Con ese característico tono irónico y de autoescarnio siempre presente en la obra de Tedi López Mills, este apartado reflexiona sobre los poetas y sus intereses de una manera casi sociológica en poemas como «De qué hablan los poetas. De qué deberían hablar». Aquí se encuentran también los poemas que se pelean con la idea de escritura y de poema, con la tendencia de tantos a acumular metáforas sólo por decir algo y rebate esta práctica con tajos limpios: «El pájaro muerto en su bolsa. / Mi amiga muerta en su vida. / Ninguna equivalencia». El poema «Algo acerca de los sustantivos» recuerda un poco a la entrevista de Ali G a Noam Chomsky, donde el personaje satírico encarnado por Sacha Baron Cohen le pregunta al recién resucitado lingüista que cuántas palabras conoce y si «espagueti» o «paracaídas» son ejemplos de estas. Sin embargo, Tedi, explora ese advenimiento de vacío que nos llega con su humor característico   y escribe: «Las listas son fáciles. / “Melodía” es un sustantivo. / Ponerle melodía a una lista. / […] Aspereza es un sustantivo. Lágrimas también».

La tercera parte es una lectura de Masa y poder de Elias Canetti: «Leo que la masa me porta en sí. / Leo que la masa nunca se siente satisfecha. // Es una forma desierta del ser», mientras que en el apartado IV esta voz se polariza a la exploración de los registros del lenguaje, donde cada palabra o frase será clasificada como «lenguaje formal, informal, íntimo» y las emociones serán vistas sobre el frágil espejo del ejercicio epistolar. Aquí aparece eso llamado «material humano», que ya no es gente sino una de sus formas vacías y cuya presencia hace que ideas como «sobrevivir es voluptuoso» refuljan con más fuerza.

Finalmente en el capítulo V trata de un nuevo recinto que cae como una desbordada página en blanco, a manera de forma o formato, que debe ser irrumpida por la respuesta a tres preguntas: «¿qué significa para usted estar aquí?, ¿qué es lo que más le gusta del nuevo recinto?, y ¿quién es usted?». Al aventurar sus respuestas, la voz poética aclara: «Cavar en el lenguaje es una forma esotérica de la superficie. […] Pronto aprenderé a configurarme sin los huesos aledaños» y se decanta por claudicar «la vetusta costumbre de admirar la forma en vez del contenido».

De la mano de Canetti,  Borges, Eliot, Pound, Paz y Darío, así como de amigos y enemigos, No contiene armonías añade otro maravilloso engranaje a la obra de Tedi López Mills, al ser un libro que rompe las formas preestablecidas y preferidas por el consumo fácil, y que nos muestra a la poesía como una supervía del ensayo filosófico, sin dejar de lado el humor y la autocrítica —algo a lo que parecieran rehuir muchos autores, según la norma—; pero, sobre todo, debemos saber que estamos frente a una poética que nos atraviesa y nos confronta, nos hace estar más vivos al alumbrarnos ciertas oscuras emergencias. Sé que a nadie se le debe pedir esto, pero ojalá que Tedi escuchara a John Berryman decirle Debes escribir más, no renuncies.

No contiene armonías,   de Tedi López Mills.  Almadía, 2023.

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