El gato se miró al espejo y el espejo puso cara de gato. Resulta que este gato era narcisista y le gustó el gusto de mirarse al espejo.
Así vivió sus siete vidas con sus siete noches.
El gato no se retiraba del espejo y el espejo no se retiraba del gato.
El gato se puso tieso y con el paso del tiempo se convirtió en estatua de piedra.
La vanidad mató al gato y no la curiosidad como muchos piensan.