1. Elegir el diluvio
Empezar de cero
es imaginar cómo miran tus ojos la lluvia
hasta la más feroz inundación
(¿no sabes acaso que vengo de ríos que no quiero nombrar?)
y naufragar entonces contigo,
celebrando que quizás éste sea el diluvio universal.
Como dos Robinsonas descubriríamos
que no hay más hambre que la de las pieles,
que puedo escribir un poema entre tus muslos
y saciar mi eterna sed con tu aliento.
¿Quién querría entonces que bajaran las aguas ?
¿Quién elegiría regresar a la ciudad ?
2. Elegir la huella
Identidades
entonces cada cual tendría
por huella digital
las estrías
del árbol que lo acoge
Mercedes Roffé, Diario ínfimo
de poder elegir
—cantaba alguien—
elegiría la tierra que endulzaron
las cenizas de mi madre
3. Elegir la distancia
podría recorrerte con mi lengua distante
para aprender una a una tus palabras secretas
tu voz más oscura
el sabor de tu aliento
soy el aquí de tu allá cada vez que amanece
en nuestros infinitos mapas superpuestos
4. Elegir el silencio
Se puede no decir nada
(tal vez no sea tan difícil)
se pueden guardar las palabras
olvidar los sustantivos
callar los adjetivos
ignorar los verbos
Se puede no pensar en la piel tibia
ni en amaneceres compartidos
Se puede no intuir ni imaginar
(se trata sólo de disciplina)
Se pueden borrar otros relojes
otros mapas
otras memorias
Se pueden cancelar los nombres
confundir las lenguas
negar la conmoción
y sentarse después
frente a un mar gris y ajeno
a morir lentamente de muerte natural
5. Elegir tu nombre
1.
si el sonido blanco de las grullas
rompiera el silencio
sería sólo para nombrarte
2.
el humo del copal dibuja
el mapa del deseo
tú descifras entonces mi geografía
3.
hacer con tu nombre
el camino al origen
guijarro
polvo
vértebra
ahí es donde elijo quedarme