Edgar Rodarte / Tallerista LJ, Escuela Politécnica, 2018A
Isaac Asimov es uno de los grandes escritores de ciencia ficción. Si bien Julio Verne o Herbert George Wells, precursores del género, ganan en popularidad frente al nombre del primero, no es desmerecedor darle una oportunidad a sus narraciones, pues de su mente nacieron obras como Yo, Robot, la Trilogía de la fundación, o el cuento del que pretendo hablarles, "El hombre bicentenario".
Cuando la familia Martin decide comprar un robot para que realice las tareas del hogar, nunca se imaginará que este va a desarrollar una gran sensibilidad hacia la naturaleza y los sentimientos humanos, al grado de desear, conforme vive distintas experiencias, convertirse en un ser humano. Es así que Andrew, como se llama el robot, irá de cuestiones quizá muy simples, como ponerse ropa o aprender el arte del humor, hasta unas más complejas, como comprar su libertad o usar un rostro y una piel similares a las de un humano.
El cuento y la película toman caminos muy distintos, aunque la idea principal se mantiene. El primero se cuenta en unas 30 páginas, y nos habla de la importancia que toma Andrew en un mundo cada vez más poblado de androides y menos de humanos. Su nombre se volverá relevante entre ambos tipos de seres, vivos y robotizados, debido a las leyes que se han implementado desde su la creación de Andrew hasta su terca pero valiosa conversión en ser humano. La película, por su parte, dura alrededor de dos horas y se adentra en cuestiones más humanas, como la creación de figuras y muebles de madera, la construcción de una casa, incluso el enamoramiento de una chica de nombre Portia, hasta convertirse finalmente en uno de los nuestros. Son memorables las escenas en las que Andrew y Portia discuten sobre lo que uno debe hacer ante situaciones difíciles, sin dejar que mande la razón o impere el corazón.
Si ya leíste el cuento o viste la película y aún quieres más, dale una oportunidad a la canción "One is glad to be of service" (traducción: "Uno es feliz de poder ayudar") del grupo de post-rock ruso April Rain, en la que los diálogos de las escenas referidas forman parte de la canción, y aunque no suene común esta combinación, te aseguro que el resultado es excelente, no te decepcionará.