Las almas jamás avanzan como caballos de carroza, enganchados en el mismo tiro, sino más bien una detrás de otra, entrecruzándose en su camino, atropellándose, alejándose sin cesar, corriendo frenéticas como bolas de billar.
[…] Es extremadamente difícil establecer una armonía
en la vida, y podríamos contar con los dedos de una mano
el número de minutos en que dos corazones que se aman
han cantado al unísono.
Gustave Flaubert,
La educación sentimental
Clac clac clac clac
Los amantes trotan juntos
cada uno persiguiendo su objetivo,
acompañándose
Sus ojos siempre fijos se presienten,
intuyen que el otro anda a un lado
pero no lo tocan;
están diseñados para mirar hacia el futuro,
y el futuro puede ser el amante si
y sólo si
éste logra mantener el ritmo
La caminata inicia con brío:
Qué emoción tenerte cerca
Qué fortuna fue hallarte
Te amo sin reservas
Por un momento los amantes están en sincronía,
resuena en la hierba
el clac clac de sus pisadas al unísono
Las rocas se disuelven de envidia;
bailan las luces que se filtran entre el follaje;
nace el coro de los bosques
Pero la simetría es una ilusión
Sus cuerpos se encontraron nada más un instante
en ese tiempo y en ese espacio
pues cada uno fue diseñado para desear cosas distintas,
cada uno decorado con demonios,
con metas con creencias
dictadas por los astros
Clac inicia uno,
Clac clac se escucha poco después:
la respuesta viene demasiado tarde
y el desfase comienza a sedimentarse
La tierra absorbe el dolor
indiscriminadamente
Uno de los amantes frena por completo:
Qué está sucediendo qué es ese ruido
desconocido
Cla clac cla clac
El otro quiere seguir paseando,
sólo está dispuesto a bajar la velocidad
para contestar:
Soy yo desesperado por llegar
Y cuando el primero vuelve a arrancar
ya va demasiado tarde;
le toca alcanzar a su amado,
convencerle de ir más lento
No hay prisa
Tras varios días
de comunicarse a gritos
a la profunda distancia
con una cacofonía de fondo
cccclaclaclalclaclacccclaclaclalacccc,
el veloz repara en los lamentos de su amante
Contra su voluntad cede
y aminora el paso:
lo hace porque recuerda
que hace mucho se prometieron cabalgar,
sortear las ramas, las rocas del paraje,
hacerlo juntos
Y el amante rezagado
lee ese gesto con la esperanza ingenua
de quien cree que lo perdido
puede recuperarse intacto
Las montañas lo saben;
las aves están atentas al drama
(uno que han oído hasta el hartazgo);
el polvo se despierta, curioso
La naturaleza se ríe:
una vez más
dos pobres caballos que se creen amarrados
por hilos dulces lazos invisibles
pierden el ritmo;
se atropellan pero olvidan,
cierran los ojos ante la luz
porque no están listos para deslumbrarse con ella
Y así seguirán eternamente,
engañándose,
ignorando por voluntad propia
que su música ha muerto
Los árboles lloran
Qué lástima volver a presenciar
el trayecto de dos puntos
que no se perciben desbocados
que corren paralelos
se pisan huyen se reencuentran se hieren de nuevo
pensando que al final van por el mismo sendero
Insensatos:
no saben que cargan
con una estrella maligna en la frente
pues nacieron para no coincidir nunca