Bocanada / Alan Hemaus Ignacio Rosas Roque

Preparatoria 12

Primero que todo, me encargué de que el estimulante reposara en el lugar más potente de mi cuerpo. Como protagonistas nos encontrábamos yo y mi ambiente cancerígeno.
    Empiezan a correr los primeros segundos de mi material, el sillón se vuelve pequeño y no me es suficiente para disfrutar de tanto confort; el volumen es adecuado como para dejar fluir el sonido en mis órganos receptores. Es tanta la adrenalina que corre por mis venas, que la euforia quiere apoderarse de mí. “Se abren al aire vacíos que dos no pueden respirar”, me susurra Cerati al oído, con el track número tres, y mi corazón está a punto de sofocarse al querer respirar uno de los vacíos. No debo prestar atención, el ritual debe continuar.
    Un trío de bocinas con su debido bajeo anuncia la entrada de un trip-hop guapachoso. Quince sencillos componen el álbum, cada uno cuenta con su debida elegancia y con una lírica que me lleva a Francia. Toda la atmósfera sintetizada; las guitarras funden en sus cuerdas los mejores acordes y rasgueos; una voz de alta fidelidad “me va desnudando con cada sonido” y me comparte su filosofía mediante metáforas, experiencias que crean las oraciones más bellas.
    La música es lenta y el sampleo, agresivo. Una bocanada de nicotina enardece la situación psicótica… las cosas se vuelven sencillas, delicadas, casi perfectas. Nos empezamos a sumergir en un minimalismo, un minimalismo de lo más sofisticado y extraño, cada nota en su lugar y en su tiempo, mis movimientos accionan de manera estilizada, son correctos e importantes mientras… ¡cof!, ¡cof!… mi garganta arde un poco y mi cuerpo se vuelve más frágil, así que decido recostarme completamente sobre el aposento color bélico.
    Una ráfaga de imágenes coherentes e incoherentes se proyecta al cerrar las ventanas, algunas de ellas son confusas, pues me parece haberlas orbitado en algún momento de mi ciclo; algunas otras son bastante familiares, por ahí me encuentro en mis jornadas de ocio acompañado de mi vital etilíquido; en otras imágenes me detengo a reflexionar un poco mientras las demás pasan inadvertidas.
    Tres segundos de silencio revelador… “Río Babel” se anuncia como el sencillo número seis, las tornamesas giran en contraste con las manecillas del reloj, pues me doy cuenta de que ya es tarde, pero no quiero dormir.

            Un hervidero de palabras se cocina
            en mi mente potente.
            Pienso que con suerte
            encontraré a ese demente
            que, según dicen,
            todo lo ve y todo lo siente.
            Encontrar la verdad
            que la ciencia busca,
            conocer la realidad
            de esta vida brusca.

    Cerati, un loco de la expresión, me pide volar, me pide un cambio de ángulo en mi perspectiva, quiere que me quite banalidades, ideales, y que no crea en casualidades.
    Una vez más, la tranquilidad y la energía electroacústica danzaron entre doce paredes que conforman mi hábitat, un hábitat como los miles de miles de millones que radican en este mundo. Somos una red de conciencias y cada una con sus pensamientos forma la medida de posibilidades de nuestro universo.

 

 

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