Minuto cero: POESIA
El corazón se detuvo. Quince segundos bastaron para perder el conocimiento por asfixia. Y aquellas marcas en su cuello por fin lograron borrar el dolor.
Horas posteriores: TEATRO
Arlequín de texturas danzan por la dermis, la palidez de la comedia interactúa con el rojo pasión del drama formando una escena tan única llamada lividez. Los ojos que expresaban, la voz que antes gemía, los músculos tensores se cierran ante el riguroso telón de la vida. Las enzimas devoran sin piedad el tejido inerte, ante la crítica cruel de un público ausente.
Día uno: ARQUITECTURA
Cuán sublime es morir, modificar y alterar el cuerpo, dejando el olor putrefacto del templo. Imponentes construcciones emergen de la tierra y el cuerpo deja de reconocer su esencia.
Día cuatro: ESCULTURA
La creación de la vida es el cincel de las larvas, dejando por los orificios su descendencia encapsulada. El cuerpo se hincha, se torna grotesco, el misterioso concepto de deformar lo antes bello. Se moldea la estructura, se conforma un elemento; ahora todo tiene sentido, la muerte esculpe a través del desecho.
Tiempo Muerto: SEPTIMO ARTE
Espectadores de la vida, qué bonita utopía. Por siempre quietos, por siempre mudos, dispuestos a observar detrás de una pantalla, donde los restos óseos proyectan una cordura vacía. Falacias estructuradas para entrenamiento adquirido, calla y observa, actúa y crea. La descomposición humana continuará hasta que no quede nada. Pero…no os pretendo agobiar con las fases de la muerte, permíteme dialogar sobre el arte que hay en verle.