peces de armiño
azulejos petirrojos
tatuados bajo una lupa
soberana
tomo una carta
paso
multiplico la ofrenda del azar
el oro recto
en el escarabajo de la abuela
viene de áfrica
la cuna del matiz
de esa esmeralda
el perro envenenado
se escondió detrás del bambú
manchó el patio de sangre
la casa estaba rodeada de baldíos
luego dibujamos la ciudad
construimos edificios con la venganza de ícaro
las memorias de un billete de banco
y la llamada desde andrómeda
el frío gobernaba esas historias
murieron los jilgueros
la gata se fue
la muerte era un cráneo profundo
y una opaca línea verde entre los pómulos
como la mancha marrón
de los grillos que asfixiamos
sólo había grillos maleza estalactitas
niebla
cimientos de casas con piso de tierra
un plato de lentejas
meriendas de avena y soya
un paralítico miraba un carrusel
a diario mi madre
quemaba mis anginas con petróleo
no odiaba la fiebre
era como entrar en un casco espacial
la distancia de mi cabeza a los pies
semejante a los baldíos alrededor de la casa
y la penicilina
al lado izquierdo del cielo
trataba de alcanzarme