Banquete en varios tiempos sin sobremesa / Blanca Luz Pulido

1.

Tiempo
Falta tiempo

El de las horas de antes,
en que se preparaban
los placeres
que se compartirían
ante una mesa lenta.

Las manecillas diligentes
y los minutos plenos
disponían en los platos
sabores vivos,
peligrosos.

En esos tiempos
las recetas familiares
eran guardianes de secretos
nunca revelados a extraños.

 

2.
Tiempo
se trastocó el tiempo

Nada es hoy posible
si no transcurre en medio
del ruido rápido
de cosas que apenas miro
de espaldas
y huyen,
dejándome sin voz
para nombrarlas.

 

3.
Nombres
he perdido nombres

Apenas los escucho ya
en sueños,
y pocas veces
o ya nunca
llegan a mi paladar
ni a mi nostálgico olfato:

Soleta
Torta de cielo
Cocada
Garapiñado…

Pierdo cada día
nombres, sabores,
formas, colores.

Como si jamás
hubieran existido.

 

4.
Érase un tiempo
una vez:

En él convivían en la mesa familiar,
tras demoradas labores
de fogones,
la música y el vino,
el oro del pan,
el lujurioso budín de coco y piña,
en medio de la conversación
(esa desconocida).

Y un día
y el otro
también,
confesiones,
sorpresas,
platos rotos,
risas,
que la comida
propiciaba y expandía
como el licor más ambicioso…

 

5.
El silencio ahora,
sinfonía sin instrumentos,
reina en la mesa.

Hay un ruido
de cocina eficaz,
de tiempo bien administrado.

(Ni pensar en un postre:
ese reino
se hundió para siempre
en el exilio.)
6.
Lo que pongo en el plato
me mira,
me lee.

Sabe
que ahora muchas veces
solamente
yuxtapongo vitaminas,
proteínas,
lípidos
y líquidos.

Mi dieta es simple;
se acerca
a la levedad imperante:
azúcares comedidos,
carnes prudentes,
grasas limitadas.

Mi plato
está vacío.

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