Ave María para Dummies / Carlos Raúl Pérez Ochoa

Prepartoria 13 / 2015 B

Corría el año de nuestro señor todo poderoso Norris. Por aquel entonces caminaba por una calle de cuyo nombre no me acuerdo o quizá no me quiero acordar, a paso lento transitaba por aquella sucia acera, donde todos caminaban como si fueran marionetas tiradas por un titiritero. No sé cómo ni de dónde salió pero de repente, al llegar a la esquina de la calle, me encontré una fanática religiosa que recitaba a gritos el ave maría. En sus arrugadas y largas manos de proctóloga sostenía un desmadrado rosario que debió de haber pasado a mejor vida hacía ya varios años.
     -Es una pena que no haya un sindicato para esta clase de abuso- pensé.
     Como si pudiera oír mis pensamientos más oscuros y perversos, la vieja loca me miró. Traté de hacerme el pendejo escudriñando el semáforo una y otra vez, en espera de que la luz cambiara en un pinche instante, pero no lo hacía.
     -Toma- dijo la vieja loca del rosario.
     Me entregó un folleto que decía “Ave María para Dummies”.
     -Ehhhhh- fue lo único que respondí. Antes de marcharse la loca del rosario me ordenó –REZA REZAAA, HABRÁ UN FUERTE TEMBLOR DE 8 PUNTOS EN LA ESCALA GUADALUPANA. Que tengas buen día, adiós-
     Y así como si nada cruzó la calle.
     -Ni puta idea de qué carajos hablaba- dije una vez que la delgada y flácida figura se perdiera en el smog vespertino de la ciudad.
     Tras esta apocalíptica advertencia, puse otra vez paso firme hacia mi casita. Traté de olvidarme de aquel curioso incidente, si es que así le podemos llamar. Pero a mi mente venían una y otra vez esas feas manos y el desconchinflado rosario.
     -No sé qué me da más pena,- pensé- el rosario o la doña…
     Tras una extenuante caminata llegué al fin a mi humilde morada, en donde me aguardaba mi hermosísima, mi amada. No me importó aventar la mochila por ahí, tampoco importó que tronaran un par de vasos, yo solo quería verla y abrazarla y estoy seguro de que ella a mí también, mi querida y dulce cama.
     -Cara mía, estoy listo para perderme entre tus lienzos, le dije con deseo.
     Tras estas palabras  me acurruqué en su ser, ah,  valió la pena gastar todo el dinero en una cama de agua.
     Los segundos pasaron, se volvieron minutos y yo ya me encontraba más ido que consciente, no me importaba nada, solo quería viajar más alto, más y más.
     En un instante empecé a sentir unas abruptas vibraciones en mi amada. De inmediato me recordé lo que la loca dijo.
     -AHHHH, SEÑOR MÍO TODOPODEROSO, CREADOR DE LOS TAQUITOS DE PASTOR, POR FAVOR, NO ME HAGAS ESTO, LLÉVATE A LA VIEJA PERO NO A MÍ- Grité y grité.
     Yo seguía rezando o haciendo el pinche intento y por un segundo me arrepentí de no hacerle caso a la doña.
     -Miiiau- dijo mi elefante rosa. Tras eso lamió mi mano.
     -Ahhhh, imbécil, por eso Disney no te hizo una trilogía, Dumbo-. Dije muy enojado.
     Al día siguiente comí taquitos, pero he de decir que mi elefante rosa ya no se encuentra conmigo. No se preocupen, él volverá en unas ocho o diez horas por un agujero que pocas veces ve la luz del día.

Comparte este texto: