1989. Zapopan, Jalisco
La bicicleta viaja con el niño hacia la parte más baja de la ciudad, la noche se pondrá fría en unas horas, anticipándose al sereno, se encienden algunas fogatas urbanas. Juan Pérez, hombre tan común que cualquiera lo inventaría anda metido en problemas, el Diablo lo busca y es tanto el miedo de Pérez que busca cualquier escondite, sin embargo el Diablo percibe el olor de aquel malviviente. La bicicleta lleva al infante a caminos insospechados, aunque es la primera vez que se encuentra en el lugar, se desliza suavemente por el asfalto.
A lo lejos el Diablo persigue a Juan, y éste no puede soltar el fierro y la mona, va drogado; lo que no ocasiona las alucinaciones, Pérez utiliza el aguarrás para soportar el miedo. Corre contra la corriente, sus pulmones se inflan con aire gélido, cansándolo rápidamente. Se esfuerza al máximo, cierra los ojos para concentrarse, tropieza y sobre su espalda cruza una bicicleta. Un niño cae y gira, lo que lo pone de nuevo en pie. Pérez se levanta y ante el niño el Diablo toma forma humana. Pérez se va, huye con la bicicleta, y el niño se queda ahí con el Diablo, que le pica las costillas con ternura.
Mañana Juan dirá que el Diablo…