Ciudad de México, 1990. Su publicación más reciente es una reseña sobre Poeta griego arcaico de Luis Felipe Fabre (Revista de la Universidad de México, marzo de 2025).
En las páginas de Adrift’s Book (Índigo) de Sayak Valencia (2024) se pueden identificar rasgos de lo que llamaríamos la diégesis que organiza una trama. Un detective recibe una llamada telefónica. La voz del otro lado del auricular demanda que acuda al sitio de los hechos donde se ha encontrado el cadáver de una mujer. Para el momento de la llamada, la voz narradora ya ha colocado algunos indicios, anunciando que su historia estará compuesta «de los detalles imperceptibles, de los actores de fondo, de las voces lejanas, del mobiliario vencido, del sonido de la máquina». ¿Esto nos quiere decir que los asesinatos son habituales en la vida de un funcionario, y que la mujer muerta representa un día más en la vida del detective? ¿Aquel hombre es un mero encargado de esclarecer la muerte mediante aparatos jurídicos y, eventualmente, con la fuerza de las armas? ¿El caso que ahora debe resolver tiene algo de especial, o es un legajo más que se suma a la pila de papeles sobre su escritorio? Prontamente, la premisa policial es subvertida: la pesquisa del detective indagará en aquello que constituye a un cuerpo; a esa entidad física sobre la que se imprimen cicatrices que alteran el significado de lo que es la piel.
Filósofa y poeta, Sayak Valencia es debidamente reconocida por Capitalismo gore. Control económico, violencia y narcopoder (2016). En este trabajo, la autora plantea que el narcotráfico no opera al margen del orden económico contemporáneo, sino que, más bien, representa una más de sus etapas. Valencia mira al narco como si analizara una empresa y encuentra que las lógicas laborales entre ambos campos económicos son las mismas, sólo que la explotación que ejerce el narco recae sobre el cuerpo de una manera mucho más brutal. Para las dinámicas transaccionales del crimen organizado, el cuerpo es una mercancía que puede ser desechada en los frentes de guerra o en las escenificaciones que monta para mandar mensajes: las cabezas degolladas o los torsos colgados de puentes no son más que señaléticas que advierten a los competidores del peligro en el que se encuentran.
La producción literaria de Valencia puede integrarse a la postura que ha adoptado en su quehacer teórico. En Adrift’s Book (2024) o en Postales de R (2023) la existencia del cuerpo se da bajo un contexto de vulnerabilidad; por ello, la poesía marca el camino inverso al asedio de la violencia narcoestatal. «La piel tiene que ser algo más que un límite o un confín», se lee en Postales de R, donde la materia textual son los omóplatos, la boca o los huesos; elementos que enuncian el deseo, preservan la memoria y son testimonio del duelo. Por su parte, Adrift’s Book también posiciona al cuerpo como una materialidad mucho más abstracta. ¿Cuál es el significado de la piel? La piel, por ciertas características genómicas, implica que se le dé un nombre a su portador y, por ende, una identidad diferenciada como masculina o femenina. La investigación del detective en torno al cuerpo será un escrutinio de las consecuencias físicas que trae negar dicha esquematización de la piel. «¿Cómo hablar del deseo? ¿Cómo en un cuerpo que no nos (co)responde? ¿Cómo de la geografía ciega, de la historia desértica, del exilio que no cambiará los cromosomas?», se pregunta el detective.
De manera paulatina, la voz narradora indica que el punto de vista asumido por el detective para realizar su labor poco tiene que ver con el acopio impersonal de las evidencias sobre un cuerpo innombrado. La separación entre el investigador y su objeto de estudio queda anulada ya que el caso a resolver parte desde «el tajo del sexo que sigue cuestionando la Historia»; el momento en el que el detective toca sus cicatrices y piensa en el «ciclo de doce años» que le costó para que su cuerpo sea su cuerpo: para que pueda decretar con mayor certeza que «estamos aquí». Entonces, ¿cuál es el caso de la mujer muerta? El expediente que recaba la información pareciera tener una relación directa con el detective: «La Muerta es un punto medular y de inflexión en esta (su) historia».
Lo que ha ocurrido es la muerte de un significado de la piel que en algún momento moldeó la realidad, y que aparece bajo la forma de un reloj rosado en la muñeca del detective o del recuerdo constante sobre una mujer que quiso morir y que se llamó Índigo, la memoria de «cuando fue un cuerpo». Ese pasado hace que el detective sea también el interrogado: no había vuelto a pensar en el cuerpo de la mujer «desde que empezó su travesía, su destierro del género». Por ello, las respuestas se deben buscar en la carne que ahora porta, la de «un hombre que camina deprisa y que huye de sí mismo. Un hombre que siempre regresa a su centro, un transhumante, un tránsfuga de los recuerdos». Sin embargo, a esa fuga de la memoria la imposibilita el remanente de un tejido muerto que permanece sobre el detective, las «heridas y fibrilaciones en su vientre, en el triángulo inmanente que bajo su pubis es su muerto y él-la no puede mostrar». Lo que ha muerto es la identidad epidérmica de un detective que decidió diseccionar sus cromosomas y atravesar la frontera entre lo femenino y lo masculino.
Publicado por primera vez en España bajo el sello Aristas Martínez y editado por primera vez en México por la editorial U-Tópicas, Adrift’s Book (Índigo) contiene una poética de la transición de género. En las páginas del texto, el andamiaje teórico que ha acompañado a la autora sirve a la sensibilidad y a la empatía para aproximarse a los cuerpos que transmutan su identidad y modifican su carne: cuerpos que existen pero que no sólo habitan biología sino también subjetividades. Cuerpos investigados no desde el frío escalpelo forense, sino desde la humanización.
Sayak Valencia, Adrift´s Book (Índigo) (U-Tópicas, 2024).