Qué habría sentido yo
hija de mil cañadas
heredera de albéitares y herreros
del sudor abatido de los hombres a pie
que surcan en campaña cualquier tierra
en el nombre de un dios de quien nada
[pretenden.
Siempre es así. La sangre frágil de los desposeídos
viene a saldar la deuda
de la eterna codicia de unos pocos.
Sí, mis antepasados estuvieron en Flandes
aferrando los dedos a sus lanças de palo.
¿Para qué? ¿Para quién?
Cachorros extirpados de sus pueblos
por la pobreza seca
siempre tan aliada
de las guerras ajenas.
Acechaban las aguas donde el cruel septentrión
castigaba sus huesos.
Ellos pierden la vida. Otros ganan el oro.
Qué habría sentido yo.