Primero vino un hombre
De paciencia infinita
Manos grandes y ásperas
Que trajo escuadras, metros
Aparatos extraños
Con los que revisó
Rincones, grietas, ventanas
Paredes maestras y vigas abombadas
Hizo cálculos y movió la cabeza inquieto
A los pocos días
Envió un informe detallado
Y nos aconsejó
«Urge reconstrucción»
Pusieron los andamios
Instalaron la grúa
Cerraron con mallas el edificio
Y nos aconsejaron paciencia
Dentro de la casa
Nos sentíamos seguros
Sobre todo ahora
Rodeados de hombres
Que velaban porque nuestra
Frágil vivienda
No volara por los aires
Unos días más tarde
El encargado, el hombre
De manos grandes y ásperas
Vino a tomar café y dijo
Que temía que el mal
Hubiera invadido los cimientos
Nos aconsejó trasladarnos
Mientras revisaban la casa
Ordenadamente y con total libertad
Pero nos negamos
¿Adónde ir?
Adónde si todo nuestro amor
Nuestras diferencias
Nuestros rencores
Nuestras pocas esperanzas
Estaban entre aquellas paredes
Fuera no había nada
No hay nada
Así que clausuramos la casa
Puertas y ventanas
Nos cerramos al sonido y a la luz
Después de reponer víveres
Libros, música, películas
Y nos dispusimos a convivir
Con la legión de expertos
En desastres