Su libro Abro el miedo (Hanan Harawi, 2019) fue nominado en 2019 al premio Luces del diario El Comercio en la categoría Mejor Poemario.
Nadie ha quedado fuera de la jaula una cuerda tendida entre tu cuello y el mío tensa la realidad y los domésticos objetos danzan sobre nuestras cabezas un randon de lo que somos todos los días una cuerda un nudo dos alguien intenta mover los pies encima de la alfombra limpiar nuestras palabras favoritas pero una fotografía de hace cuatro años nos muestra a la Teresa que se fue no una diez veces alguien mueve la cuerda para hacernos caer y recordar la línea imperfecta dibujada por el cáncer allí vive inseguro de todo nuestro poema el nudo de mi cuerda se multiplica y casi llega a tocarte una voluntad inexplicable tan resistente como la pureza la cuerda habla tiene una voz delicada para hacernos preguntas mientras se retuerce y tiembla nupcial y nuestros cuerpos han terminado doblados bajo la mesa es la madera son sus patas contundentes las que quieren aplastar nuestras vasijas rotas y extranjeras a lo lejos quizá puedan escuchar lo que dicen porque nos hemos dado cuenta que son muchas las cuerdas tendidas entre hombres y mujeres entre mujeres y mujeres entre hombres y hombres entre hombre y animal y mujer y animal y hombre y planta y mujer y planta entre no hombre y no mujer y así el eco de las habitaciones y las cosmogonías de las parejas y las eras el vestido blanco gira fantasmal dentro de una esfera de vidrio allí está el animal acompañándolo otro vestido colgado del tendal se ha mojado con la lluvia y ha crecido dentro de él un herbario diminuto los anillos llevan escrito en su interior no es el que sostiene el que se pierde los anillos arrojados por la alcantarilla los anillos aprietan tu dedo anular como los niños que llegaron como los niños que nunca llegaron el dolor sabe quedarse una composición de la belleza el matrimonio otra más que nos enseña a desnudarnos en parques en autos en hoteles frente a la naturaleza sobre la Tierra expandiéndose y explotando entre los vestidos blancos y solitarios los anillos apretados y los niños que llegaron y nunca llegaron como en el principio Y el hambre y el dolor trabajan todos los días sin descanso cocinan un alimento que redima ese trabajo la voluntad y la ternura saben que construyen con sus manos un retablo con átomos blancos bruma y flores de retama el amanecer y lo siniestro prenden la pira del precipicio nadie sabrá cómo salir de la cama que arrincona la plenitud de nuestros miembros cansados huéspedes invernales hemos sido prisioneros doblegados deudores de la carne en su lucidez adoradores de una relación de tinieblas y espantos / de torpeza, náusea y serenidad una ronda lenta hemos sido un ejército con pesadas armas una falsa multitud de dos y dos y dos del que brota lo uno / tu nombre / mi nombre/ tu deseo / mi deseo / tu deseo y el mío habrá que luchar en su placenta habrá que luchar fuera de ella marcharse de ese territorio viscoso estirar los brazos quietos bostezar unos segundos mover las orejas habrá que dejar de ser testigos amorosos (condescendientes) habrá que romper el remolino de la balanza perecedera acariciar la sequía / la acequia / el manantial inagotable de nuestros vientres / cansados / sagrados y suaves habrá que ser interferencias frenéticas para los cuerpos extraviados de nuestras familias habrá que desinflar sus cabezas con amor habrá que enseñarles a silbar a sus otras bocas a sus otros oídos a sus otros sexos aprenderán a danzar ah, sí que aprenderán.