Preparatoria 7
Ejercía un poder muy grande sobre mí, era maligno. Su poder llevó al mundo a la perdición; lo que antes era verde ahora sólo es polvo. Era un ser despreciable, tenía envidia del amor de la gente, algo de lo que él carecía, y en un acto egoísta destruyó la vida a su alrededor. Pero yo seguía viva y eso me intrigaba, no sabía qué quería de mí.
Este individuo era un ser sobrenatural, con habilidades increíbles, pues con sólo su voluntad lograba controlar a la gente que se encontrara a su alrededor. Pero yo no creía en su poder, mi razón me decía que alguien con esas habilidades tenía que ser producto de mi imaginación. Sin embargo, logró controlarme, me despojó de mi ropa y yo, con la piel al aire, sólo esperaba lo peor: la muerte. Pero esto en lugar de terminar con mi soledad, me llevó a un lugar que nunca imaginé.
Al llegar a nuestro destino no creía lo que veían mis ojos: una especie de zoológico humano estaba ante mí. Así como si de animales se tratasen, había gente dentro de jaulas. Al principio no comprendía la razón de esto, pero después me di cuenta de que el individuo era un coleccionista, un coleccionista sin alma. Disfrutaba contemplar el sufrimiento de las personas al ver que todo lo que alguna vez amaron estaba muerto o destruido, gozaba del dolor ajeno, de eso se alimentaba.
Yo, en cambio, como era su voluntad, me sentía fatal al encontrarme sola; mis hijos, mi esposo, mi familia, todos eran un recuerdo.
Cuando me encerró en la jaula comencé a llorar, el saber que mi familia era parte del pasado desencadenó en mí un llanto terrible.
Al cabo de un rato, un hombre que estaba en la jaula de al lado me dijo “Tranquila, todo va a salir bien; mientras tengas fe habrá esperanza”. Al oír esto dejé de llorar, su voz, su ser… era como si lo envolviera un aura cálida que irradiaba amor y felicidad. Era fuerte, alto y tenía la esperanza de ser libre. Llevaba años encerrado, pero seguía con la esperanza de poder salir, el tiempo ahí le había servido para idear un plan con el que creía que podría liberar a toda la gente que estaba en aquel zoológico. Así que le ofrecí mi ayuda para llevar a cabo su idea. Su plan era muy interesante, con grandes posibilidades; el problema es que había que distraer al susodicho ser maligno, pues con su poder de control podría echar abajo toda la operación.
Entonces hablé con los demás presos para pedir su ayuda, pero estaban tan tristes y destrozados que no tenían voluntad para luchar. Sin embargo, el líder habló con ellos y, tal como sucedió conmigo, los convenció de pelear, les regresó la esperanza y decidieron luchar por su libertad. Pero la bondad y la buena voluntad de aquellos que decidieron luchar no fueron suficientes para acabar con el maligno. Y con rabia éste mató al líder de la operación, de esta forma vi morir a un gran hombre.
Ya sin alimento que consumir, poco a poco la gente fue muriendo, devorados unos por otros; se convirtieron en lo que el maligno decidió: unos animales llenos de dolor.