Las palabras son mariposas que escapan y pocas veces son rescatadas* / Mara Angélica Gutiérrez

Guadalajara, Jalisco

“Somos astronautas cazadores de mariposas”, recita el cuento en las entrañas de la hoja. Habla de la muerte que se elige, del tiempo en pausa, del amor no concebido. Esta frase decidí tomarla del cuento de un alumno del taller Luvina Joven, porque nos refleja, nos describe, nos destina la nata finalidad de poetas y locos.

“Somos astronautas cazadores de mariposas”, viajamos en la incoherencia más exacta, recreando las leyes gravitacionales, en el pulso del alma, de vísceras, de tinta.

“Somos astronautas” atrapando ideas, impostores de realidades, perdidos en el movimiento orbital de 200 páginas, de editoriales, de letra Arial en 12 puntos.

El ser humano guarda en su esencia un instinto creador de palabras y, más allá de las palabras, de ideas, de odios, de confesiones, de amores recalcitrantes, de percepciones filosóficas.

Siempre hay algo que escribir, y más allá de un don divino, iluminación extraordinaria o fuera del hombre común, se escribe torturando la pluma, abriendo laberintos en la mente, cavando orificios, propiciando luces.

Escribir es la reafirmación del ser, retratando en ABC las ideas, volátiles mariposas que libres se carbonizan, se vuelven polvo y nada.

Para mí, el taller Luvina Joven es un viaje, una invitación, una confidencia de cada ser. Y nos reunimos cada sábado, con nuestra colecta de mariposas multifacéticas, peleadas en ideas unas y concordando en fantasías las otras. Astronautas es un universo para nadie negado, cazando mariposas por el amor a la palabra.

Qué es la palabra sino un pensamiento idílico, el rezo, la invocación y el ateísmo de la realidad, al mismo tiempo.

* Palabras dirigidas a los integrantes del taller Luvina Joven de la Preparatoria 11 durante la Segunda Jornada de Lecturas Luvina Joven realizada en el marco de la Fil Guadalajara 2009.

 

 

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