Guadalajara, Jalisco
Ahí estabas con ese aire de diosa observada.
Yo te miraba la garganta
poseída de palabras y luciérnagas.
Entonces te leí un poema desde lejos
mientras le dabas forma a mi palabra,
regalabas galaxias,
cambiabas el canal del clima
y le dibujabas trampas al hombre.
Guapa diosa me he encontrado, me dije, aunque sorda.
Jamás, nunca, ni antes ni después, encontré otra joroba para mis días.
He caminado todos los eclipses del universo, miles cada segundo.
No he visto otra lápida para mi angustia sideral,
ni una arcada de ninfas o amazonas que me desprenda la piel.
Busco como la piedra el alimento que me sustenta,
remo el fatigoso devenir de setenta cuerpos,
camino en el rugir oscilante de la cuerda;
pero sólo en ti me siento árbol,
escupo la raíz de la sombra,
vuelvo al aire otra vez.
Me veo mortal.