Preparatoria 7
–Ave María purísima.
–Sin pecado concebida.
– En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
–Amén.
– Hijo mío, confiésame tus pecados.
– ¡Ay padrecito! Pos qué puedo decirle, hace mucho tiempo que no me confieso.
–Pues comienza con lo más grave, hijo.
– Pos fíjese, padre, que me robé una pieza de pan.
–Eso no está bien, hijo.
– Pos si ya lo sé, padrecito, pero si asté supiera lo que mi familia ha tenido que aguantarse pa’ tener algo de tragar.
–Aun así, hijo, robar no es bueno. ¿No te acuerdas de los mandamientos?
–Pos sí, padre, pero pos hay que comer.
– Pues te entiendo, hijo, pero hay otras maneras.
– Pos sí, padre.
–¿Luego don Luis no les da de comer?
– Pos nos daba a veces, padrecito.
–¿Cómo que a veces?
–Pos sí, padre, dependía de cuánto le lleváramos en el día.
–¿Y ya no les da de comer?
–Pos no, padre.
–¿Por qué no?
–Pos porque el patrón ya está en su santa gloria, padre.
–¿Cómo? ¿Don Luis ya falleció?
–Pos sí, fíjese que sí.
–¿Y por qué nadie me avisó, para darle los santos óleos, la bendición o mínimo hacerle una misa?
– Pos es que lo mataron, padre.
– ¡Cómo!, ¿lo mataron?
–Pos sí, padre.
–¿Y qué paso con el cuerpo, Gervasio?
–Pos los marranitos se lo tragaron, padre, entre otros bichos que andan ahí en el corral, y pos ya ve que el patrón casi no tenía familia y pos la casa la estamos cuidando nosotros.
–Pero… ¿y su hija y doña Ernestina?
– Pos la patrona se jué con el gringo ese que la anduvo rondando un buen de rato, padre, y la señorita Lupita se fue a la capital a terminar la escuela.
–¿Doña Ernestina se fue con Johnson?
–Pos ella fue la que mandó matar al patrón, padre.
–¿Cómo así?… ¿Pero quién lo mató?
– Pos yo, padre, ¿luego cómo cree que me quedé con semejante casota y tanto burro, vaca y caballo? ¡ Si mi trabajo me costó dejarlo bien machacadito pa’ los marranos…!