Tijuana, Baja California
Como un hierro candente sobre fragilidad humana
Duele, indubitablemente, duele.
¿Por qué aflicción?
Porque tienes nombre de mujer
Y tienes calificativos desdeñados
Y me enamoras con la razón afeminada.
Soy frágil ante un erotismo lógico,
e incoherente frente a la belleza.
(Cáustico al romance.)
¿Así, cómo olvido? Si soy férreo a la exaltación metamorfoseada;
A sus labios kafkianos de imponderable rareza,
A su irreparable vanidad,
A su bella residencia,
Esa habitación de renglones incomparables
Que floreo con elocuencia.
Aún precario lisonjearé su embeleso.
Que mi postración me volverá vasallo,
Doblegado a la endeblez;
Y sólo así soportaré el exilio de sus ojos,
Aunque exiliado fatigaré mi ingenio
Para solazar tus heridas y las mías (que son incurables).