Celaya, Guanajuato
El celular de cabeza emite ondas sonaras, es una de esas cosas que radialmente estabilizan los
nervios condensados.
Al interior, una chispa viaja en vibraciones sísmicas acuáticas. Una manos sostienen a manera de
terapia el objeto de tres por tres, que en momentos destella emitiendo calor desde las
yemas hasta el último de los vellos púbicos.
Un erizo de ojos.
Unos cuantos segundos más y el tecnocirujano se cerciorará de que haya dado resultado.
Pulso normal. Vigilen estado de pupilas. Presión al cien con vibración césica. Estabilicen a dos.
Un segundo sujeto sostiene el aparato, arrancándolo de golpe del sujetador que atado a la muñeca logra despegar unos centímetros de epidermis.
El dolor recorre.
Un tercer timbrazo que se capta en el oído derecho.
Pausa al balance y las máquinas lo giran.
De cabeza, la sangre tapa los pulmones logrando evacuar los restos de necesidad, que por fin han
logrado mutilar del último modelo exhibido de la serie 533.