Ciudad en movimiento
Nada cambia realmente
al cambiar una ciudad
ni el ruido vacío del día
ni el silencio del día que grita
El mismo cielo gris asoma
a través del pequeño rectángulo
de la ventana
La bendición que se murmura
con la voz temblorosa de una madre
no cambia
Lo que tal vez cambia
es el nombre del amante
Siglo que pasa
En los últimos años del siglo
el poema se encontrará
debajo de la luna de la segunda noche
más allá del bosque
sentado en una banca en el
rincón oscuro del parque
en tu cariñoso abrazo
para así perdonar al siglo que pasa
muchos de sus pecados
Versiones de Víctor Ortiz Partida, a partir de las versiones
del panyabí al inglés de la autora.