Hebefrenias náuticas (el mar libera el tiempo del movimiento) / Luís Serguilha
En los emisores hemisféricos de los ciclos hidrológicos la matriz-gestacional intersecciona un vórtice de timbres de la vida-grafito para enfrentar emboscadas de los espejeamientos del intemperismo con la fusión de los instantes mesooceánicos entre falsos puntos giratorios: hay obsesiones turbulenciares en el proceso etólogo-de-los-balleneros donde micromovimientos de las líneas cristalinas hacen de los perros-de-reserva un prisma de la Condesa descalza de Djin que incorporó los condimentos fractales de la muerte en Venecia encostadas a las hidráulicas del capitán ahab: ¡las ventosas del tiempo puro producen sedimentos pluviométricos en el universo anfibio de las ondas capilares de quien descifra o muere como hizo Mishima al enfrentar las huérfanas de la tormenta de Griffith con los nódulos de manganesio y el corión de la camanchaca! La putrefacción del fuego-de los-abatimientos-del-árbitro escarifica la carnicería de los buzos de quiebra-mares sin genitalias donde la meteorización apresura subducciones masturbadoras entre las ingles de las memorias ontológicas, sí, el mar es un intervalo paradoxal de falsarios, de prestidigitadores, de videntes que genera desciframientos anorgánicos en los impedimentos acústicos cargados de termoclinas y de arqueologías de ósmosis reversas, es un frenado chamánico de coexistencias que devuelven el movimiento al movimiento entre las punciones del cinema de Vertov y los occipitales encorazonados de Eisenstein, fecundados por oxidaciones bacterianas de las vasijas anóxicas: sí, lo de-fuera de la onda jeroglífica surge cuando la visiva desaparece al eliminar la proliferación de los órganos de la espeleología y la duración de la golfada contrae las sombras expresionistas de los defloradores de costras rocosas apiñadas de prodigios de los atajos policromáticos: el buzo bacteriófago se atraviesa por medio de reminiscencias involuntarias que absorben la velocidad infinita de la materia oceánica entre la precisión de los protoplasmas del muslo surfista de Proserpina y el Phaneron de Turner (pluviosidades actuando y reaccionando sobre el colapso del mirar-cartográfico bajo corrientes de convicciones que revitalizan derivas helicoidales en los tejidos de carbón de los últimos nadadores de coalescencias contemplativas): Plotino y Hume abominan las rostificaciones de los muelles y yuxtaponen las pantallas de las intuiciones mónadas a las máquinas de vapor de Watts, lanzando el infinito de los unicornios en la neumática del mundo-en-contrapunto-trompetista, ¿o será el vitral-gótico-egipcio en la hapticidad de la secura de los fragmentos refractantes entre las patas del misantropismo y el arte abstracto del «hombre al mar»?
Sí, el grito en la tela de Bacon se vuelve una zona plágica inaudible entre las redes ensanguinadas de los cachalotes: son bloques rítmicos en transmutaciones de variables intersticiales explotando perspectivas epistemológicas y negentropias a través de imágenes amnésicas consecuencia de la acupuntura diagramática-quimiotrófica: ¡son transcodificaciones de carbón-Tournier caen en las pistas de la invisibilidad-pútrida cuando los cables telegráficos del velador insaciable ascienden a las superficies-halícolas para plasmar las corrientes turbidíticas con los despojos zigzagueantes de la transhumancia de los signos-luz! Dicen: transitarios-atomistas-ilusorios impregnando el tiempo en el cuerpo de los anfibios: son los átomos y los vacíos de Lucrecio en la resbaladilla compuesta de disposiciones lumínicas, de volatilizaciones-costureras y de prostíbulos-vitrales, mezclando gelifracciones autofágicas, vedadores de citologías, ojivas sazonales, corales legendarios con mamíferos-sismógrafos, larvas estucadoras hasta las gigantescas úvulas de las avenidas psicotrópicas de la salicornia sapal: ¡los yunques de la asintaxia y las hipóstasis de la zoografía zanjan el himen de las poblaciones virtuales con las tablas atmosféricas apiñadas de escamas haláquicas y hagádicas en desertificación! El cuerpo en forqueadura temporal se vuelve un espongiario quid vitae, un crivo indiferenciado de otras sintomatologías clandestinas al recogerse en la expansividad de los marcadores pubianos que ligan la lógica de las topologías marítimas a los gusanos glaciares por medio de grúas psicodélicas, de mapas de sensaciones impersonales, acósmicas_anomorfosis en tensión basculante muerde el denodamiento pulmonar a través de ergastulos ciclotímicos: el mar libera el tiempo del movimiento y el buzo-gitano afronta la crueldad de las sobrecodificaciones auditivas-visuales de las micro-faunas para verterse en las correntezas de signos fuera de los saltimbanquis-ecúmenes: asimilar aristas de los animatógrafos con las perturbaciones bioarticulares que hacen de los escorpiones refulgentes, aloplásticos inestables, zonas de dilaceraciones de las linajeras primitivas, prolijidades geométricas en la inapagable orfandad de las lenguas tectónicas. Radicelas de los crustáceos perforan entrelazados infindables de la decodificación malabárica que retrocede y avanza locamente entre las rasuras de los tétanos fundados en los nervios-rift de los invertebrados: las desrazones intercaladas esconden por detrás los simbiontes fotosintéticos con el bostezo hibernal de los poetas casi-cosmogónicos: voces-en-gravitación se descierran y se obstruyen simultáneamente sacando la vorticidad de las oscuridades en todas las recapitulaciones-solares de las especies invasoras, en todas las cortaduras de las necrosis de la batalla de Salamina, sí, la caída interpolada de los protozoarios sirve el polilingüismo en las vecindades geográficas del lector de la ciencia nómada del alto-mar: larvas tectónicas arquitectan el apavoramiento pluviométrico, enfrentan las perforadoras de los caminos incinerados por los aluminios de los miradores de la fascinación del excidio:
Vean, las alteraciones de la conductividad eléctrica en los batraquios intuitivos de las poleas de los archivos de las cordilleras: piedras-clásticas se infiltran en la intangibilidad del buzo de las camadas sazonales del figural-amniótico donde la palabra-antracífera abandona la solubilidad del grito de las mortajas-en-expedición para absorber la abogacía informe de los vértices del vacío o posiblemente recuperar las plataformas eólicas disipadas por los mitos embrujados de las derivas litoráneas_todo regresará infinitamente, repetidamente entre la inaprensibilidad de la circulación termohalina y el extrañamiento de los anticiclones repletos de procesionarias, de cataplasmas (prodigioso desvío de los golpes de los cautiverios-lunares de las fosas marianas): todo se devuelve al escafandro del grito de las corrientes de resurgencia y el contemplador-ladrón de osaturas marinas vocifera y sondea concomitantemente las variantes de salinidad, creando un laberinto barroco de sí mismo con fluviologías-tentaculares; su cuerpo en enervamiento-ecobatrímetro se suspende en el tejido inmemorial de la presión atmosférica con ataques microbianos (porosidad de los varios soportes de los vigores oscuros, de las manchas absurdas entre cables submarinos y eclusas): el buzo es ondulación permanente sin rostro, un andamiento de las inclinaciones inejecutables rompiendo una imagen catastrófica del tiempo por medio de gestos invisibles que rechazan la inanidad y la enfermedad hominídea: musculatura indomable en el entrecruzamiento de lo in-visible, en la vitalidad espiral enlaza la cortadura-giratoria de la sedimentación intervalada que incide en la neolítica ruina-silabaria como un campo de batallas a demoler la abstinencia barbitúrica donde el poema de las erecciones semiesféricas hace de las huellas tapadas de cadáveres la cremosedad loca del quebranto_ el logos en la coladera del mythos_porque espera la intransitabilidad del descifrado-dentro-de-una-fosa-común con carbones bituminosos calzando el chorro monstruoso de lo no-vivido y las gesticulaciones de la ceguera tacteante: el lector del alto-mar excava las torsiones del espacio semiótico, las distancias de las sensaciones establecidas, luz-sombrías en la palabra pulsátil que se transforma en lo indecible devorador-de-fusibles del cine-ojo de Vertov: rodeos de los pedúnculos silenciosos se abotonan a las virulencias asintácticas (transposición de límites, moléculas imperceptibles, rastros del despeñarse): el buzo se desprende del lenguaje en un riesgo apocalíptico, intercambia el calentamiento adiabático de la lengua, captura la sinrazón y se escapa de la lengua en una afasia de nubes lenticulares, sí, las ondas exhortadas por prominencias hidráulicas sondean las superficies de la anatomía esquizofrénica, los cuerpos robados, la revuelta de la carne porque el habla disyuntiva del buzo no es su voz, es una cizalladura antes del lenguaje, es una línea de inestabilidad, es un tiempo indivisible, el butoh que extravasa la lengua, solevanta el cadáver de la lengua como substancia sonora de las isotacas en las rayas múltiples y proliferantes fuerzas zoé-bios, ¡junto a los simuladores de la tercera ley de Newton! ¿Cómo implicar los sentidos en las correntadas sin destinatario, en las vibraciones hidrostáticas, en las violencias del resfriamiento nutrido por el vacío del idioma de los vientos catabáticos?
Aquí-ahora, el buzo se irriga de sonidos inaudibles, escucha los gradientes térmicos encendidos y desmantelados por la hipotética lucidez de los alerones: la voz inhumana-animalizante-herética-cruel lo lleva para los abrasivos fósiles de la improvisada, de los devaneos afondados en los pasmos naufragantes entre orquidiarios-sísmicos y plataformas flemáticas (perforar la procrastinación de las palabras con el dolor que zurce el inanismo): inigualable fulguración del excavador de indentaciones pre-babélicas_arqueros de hipoxias, de cremalleras ergódicas reconstruyen virulencias, abscesos, re-hacen vida, funden vida, despedazan vidas dobladas con catas-opalinas de las meteorologías de superficies: los anemómetros desaparecen y renacen conjuntamente en el anonimato roturador de cadenas geotérmicas (bocados cáusticos atraviesan la sangre del instinto): esplendoroso adensamiento de los indicios de los traficantes de cata-vientos-imprevisibles: la joroba del buzo es-ya una reacción endotérmica, una gigantesca vena rutilada que nutre lacunarmente las bisagras de la imantación, los estertores del silencio sin extremos vivos, porque la musicalidad hidrostática es la experimentación exorcizante de su decir-de-rompimientos-fluidizados donde el tiempo es un vórtice indomable, inquebrantable, es una lava félsica absoluta e intáctil: ¡la palabra náutica se violenta, se escarifica contra el elevado porcentaje en sílica y con el rebote de las partículas vítreas se sumerge en las escurridas intensas que la transforma en una erupción espaciada del animal cristalino! el buzo no acontece contradictoriamente o subterráneamente, su hot spot acontece en el abismo del animal que zigzaguea la prolepsis de su dominación_escisiones avasalladoras de temblores de corta duración, personajes aislados y grávidos de paradojalidades piroclastas: ¡el buzo sabe que el desmoronamiento incesante está ahí: en la tuberculosis y en el suicidio de quien se dice poeta con obsidianas, apostemas, orfandades en las falanges! Hay interrupciones inextinguibles en el tiempo freático de los ojos inoculados del buzo, hay magmas maléficos imperceptibles, un tufo volcánico inflexo en el interior de su dédalo hecho de movimientos simultáneamente centrífugos y centrípetos que descomponen hasta la transigencia las imágenes dramáticas en gestos-rfts, sí, el zambullido es una verga-férrea contra las estufas de la hidrosfera, es una esponja prisionera en la acidificación de la escoria, en los nematocistos, intentando deslizar en las fábricas hidroeléctricas, enfrentar presagios y perjurios, ofuscar las reservas subterráneas, hacer de la desaparición una bruñidora regeneradora de Pangeas, sí, el buzo es un juego de oscuridades, un sedimento en batch, catapultando signos en los viveros bioluminiscentes del dentro que es el fuera imperceptible de la erosión marina_minerales inesperadamente intensos de lo inexplicable preparan la zona entramares con la insurrección sin actos porque los carbonos-buzos son indisociables de las fosas navales donde las hipofaringes se sobreponen como animales en celo en las reservas subterráneas:
bioincrustación orgíaca entre el eterno retorno de palabras de sulfato y las microfaunas descarriladas por las dehiscencias de quien habla transversalmente en la desaparición, sí, un habla sin voz en lo real mercurial donde los estuarios se infiltran en el pensamiento-ultrasónico, destruyendo la escultura de la percepción con la translucidez de las series infinitas de la luzencia de los sensoriamientos remotos, o serán subducciones traídas que despuntan sin mirar los intersticios de las imágenes-hiperbóreas para ir al encuentro de la matanza de los parásitos antes del carbono orgánico disuelto en el hombre destilado: las consumiciones radiactivas del buzo se verbalizan en sus anzuelos aberrantes, vitalizando la lengua de quien no habla porque pensar es una relación de mar con el mar hasta el arranque de los monzones frente al infausto: dicen: geofilosofías sin verticalidades ni sumas vectoriales horizontalizadas sino canales de las irrigaciones isobáricas, topografías accidentadas en desmoronamiento flexuosos: exogénesis que abren el buzo a los intervalos de las células polares que constituyen el intempestivo del fuera alógico, amnéstico de frente al despoblamiento poblado por las interpolaciones de las ondas oronográficas, sí, el buzo es la imagen que desaparece en el acto de zambullirse, es un cuerpo incógnito, anónimo atrás de su propia cabeza producida por movimientos brownianos en la inexistencia de mitos y en el alejamiento de las criaturas entre flujos laminares y planeadores de incomposibles: si el devenir-clavado es alucinatorio, el retorno hidrostático hace nomadizar vulcanólogos en las fabulaciones, en los delirios, en los aerosoles agrimensores de lo incognoscible_excepción de lo indecible_¡sí, el buzo nunca atiende al comienzo del límite, vive en su copulación aberrante para advenir-flagicio-regerminante donde lo imprevisto del pensamiento surfista se transforma en un punto de transmutación para filtrar las membranas electromagnéticas entre la procedencia y la nitrificación de la muerte!
El animal de las pedrerías resplandecientes es esculpido por los himnos violentísimos del desciframiento asmático en presión permanentemente variable (surcos de la vitalidad de las marsopas): el abono de las agujas de los calorímetros de barredoras exploratorias analoga las arterias de las menudencias de los encadenamientos topográficos donde minúsculas arquitecturas son rechazadas a expulsar las ascensiones de las cosechas de los talleres con pasajes esféricos (las entonaciones de la babel de los gitanos del mar están ahí, el buzo no se conoce en su propia isometría y se vuelve lapso vaticinador de hechicería respecto a la habilidad de los remadores de la bolsa: los basamentos remotos del descifrado de los sismógrafos-desalineados se paralizan en las uñas de las albañilerías-metálicas para incrementarse mortalmente a los súbitos betónicos de las jofainas endorreicas): bordados de las enfermedades de las llagas con disonantes homeosis prosperando en los ciclos agresivos de los gases monoatómicos: las contrariedades totémicas regresan a los mángales sin sustentáculos y se arrancan a los triángulos escalenos de la tierra granulomatosa para vigilar la diferenciación memoriada del cuerpo-rizosférico entre la epilepsia de otros cuerpos sin manoseos oceanológicos: tragos disfrazados en vacilaciones transversales se diseminan en los espacios-roedores de mortificaciones, incorporando fisiologías inciertas e itinerarios cuneiformes para dilatarse entre los Anillos de gravesande_deserción y exordio se interseccionan cosidos de fotografías rasuradas por el contagio vampiresco de los tubérculos sistólicos): todo se entrelaza en la Anábasis de la interrogación-pugilista y en los rizados de los animales engrasadores llenos de razas y de fluidos del aneurisma trillador de tímpanos: las verrugas del buzo cambian en la sangre de las tarántulas-en-derrocada, su voz heráldica de presagios-aduaneros hace de la distopía a-cronológica un modo de vida, anticipando semanturgias mutables y ostensivamente adornadas por los lodos de las quemaduras insondables que eternizan los bajos ciclos de los metales (rombos inevitables en la hipnosis carbonífera: fracciones infusionadas continúan disonantes en las protuberancias de las secreciones de los hospicios marítimos)_las fuerzas de los segadores de diafragmas sígnicos rastrean en los pianos fúnebres de la palabra que imposibilitan las variaciones de saludo en las danzas de los escombros de los grafiteros marítimos (azulejería de la hibernación, eco babélico en la estampida de los mamuts ondulatorios del descifrado sin valor tabulado)_sí_el descifrado tatuado en movimiento en los pies del buzo se expande en tres dimensiones-arenosas y marca los perímetros de los muros de las seriaciones bacteriológicas, atropelladas por el sofoco de los espíritus beligerantes, sí, lascivias envergadas por amplitudes disléxicas entre los cinceles de trenzas ovarianas): los orificios lávicos irrumpen las zarzas hermafroditas, las rigideces cambiantes, las inflexiones de las endorfinas para esparcir la necesidad de lo trágico en las anomalías con gruñidos llenos de campánulas (palabra entrañada de animales sin sentido, sin imitación produciendo turbulencias en una circunferencia de fotogramas): apenas la impiedad contemplativa de la lucidez, el grito identificador de la hipnosis y de las caobas-cantigas sancionan y confirman el abismo inaudito de los cargadores de trópicos: vede, el compás del lodo convulsivo del buzo inhumando fisonomías en la demencia de quien intenta leer el súcubo de las corrientes casi electrificado por el celo-nirvánico): pequeñeces angulosas multiplican acrobacias carbónicas y asombran ranuras ancestrales sobre los tapices tridáctilos, placentados por las patologías de la hibernación náutica (tensionamiento de los yutes deformadores): los fracasos del ensimismamiento de la piedra incisan los abecedarios de la telequinesis y el impaludismo hecho de cortes-falsos, cruje en el azul batido de los animales despistados que arrastran las incisiones de los berridos para las ulceraciones de la zoomancia (la enmienda de la demonología del buzo extasía los traficantes de los herrajes de las naves con rocas estratificadas en los cascos transportados de aislamientos zoológicos, algunas aves migratorias todavía sienten el triángulo de la antropofagia entre los fórceps de los géiseres): eyecciones de branquias, efluvios laminares, atajos caleidoscópicos, arcos milenarios desmembrándose en un espacio infinitamente desprendido por el espanto alienígena: mángales encarnados en los chorros de las coreografías del interior-sin-bozales que es ya en sí la atmósfera singularizada por múltiples dimensiones entre copiosas latencias de las bestias en abandono: vean, el desfasamiento de los reversos pulsantes de las alegorías y las travesías del extravío espinosista en los despojos de la astucia: obstáculos del cuerpo que no aguanta más entre prodigios-causales de perros copuladores de desasosiegos (nube piroclástica persiste en la ingeniería del caos, fuerzas infinitesimales se gravan en los sarcófagos pantaneros y los vaivenes febricitantes e hipnagógicos se estilizan en las contradicciones urdidoras de otros apéndices incicatrizables: ¡vitrinas del subsuelo manoteando en lo intempestivo de los buzos!)_robustecer el vacío letal del descifrado plástico destacado en la conectividad de los antagonistas-vitrificantes y la cantilena de las homeostasis ultramarinas es polveada por los cruzamientos serpentinos de los hechiceros que alternan los estribos cibernéticos-vampiros para recapturar las sinopsis de los hagiólogos que buscan el mecanismo indefectible de las multiplicaciones de las insidias: nodosidades randomizadas parten de dentro de las garlopas-sulfosales e intentan descifrar los nódulos de las corneas del agotamiento con las navajas de las vocalizaciones bizantinas: aquí-ahora, la refracción acera la enucleación de las ofrendas entre los juegos de las invitaciones en polifonía-canabinoide: los espacios fílmicos asimilan las nadaderas inmarcesibles de los coitos criminales, provocando sangramientos en el olvido estoico que enfrenta la refriega con los espejos distorsionados de la inutilidad manicomial: los azogues de la usura glaciar-petrolífera acogen las espinas de las especias del perro de Goya con los movimientos parabólicos de las alcobas blasfemantes donde las placas vibrátiles de los resabios inhalan los sacramentos de los fracasos de las sufusiones, de la equimosis espontánea de las aporías, coacervadas por los carboneros-de-las-arenas-teatrales: adivinación venal estropea el hollín de las tibias de las centurias, traza los silabarios matricidas con las Ascaris Lumbricoides que invaden las parturientas del sur para entallar la menstruación en las geometrías funiculares de los mercaderes: incestuosa-teoría-de-la-física-de-los-bebedores de esferologías en escurrimiento o serán gestemas inviscerados en las estacas anamórficas desmoldando los bofes resplandecidos de las onomatopeyas que se suicidan ininterrumpidamente en los planos inclinados de los buzos de esqueletos filtrados, introducidos por las maceraciones de los prostíbulos-sulfhídricos (dicen: barreras hematoencefálicas mesurando la carnicería espiralada de los cetáceos): el magnesio informulable del
buzo transporta y lapida furtivamente los aullantes de cargueros en sus propias devastaciones sin afincamientos yugulares taumatúrgicos (ecografía fáustica de las babosas milenarias, de los víveres ondulatorios, de las indigencias rodopiantes donde un trébol-de-sujetadores-sin-manumisión hace del remolino verbal la lubricidad de las cédulas esfíngicas del último lobo de mar: gigantesco apostema labrado en el efluvio gangrenado por las entonaciones de los desvíos plurivocálicos, sí, el buzo acontece fluidizado en la vecindad de la ignominia babelesca de un vientre agarrador de balanceamientos de aseidades : en la confusión consagrada de los raptos de uranio el descomunal azufre de los octopodes descasca las velas de los misterios y una pata melancólica erra en la abrasadura de la necrología, le resta tallar el azogue y quemarse por dentro para devolverse al sueño perpetuo-oceánico: el buzo es la finitud del tiempo infinito y con el grito de la emasculación provocada por la mordida del animal, talla la rarefacción de la piedra, perturba la esfinge verbal, hace de la insanidad el orificio del mundo, cava el aligeramiento del vacío, se bifurca en la sublevación del exilio, pasa por la profundidad rapiñadora de la voz, se distancia de sí, traduce lo ilegible en la desalabada pasaje del espíritu, se transforma en un diagrama histérico, avanza en el desalumiado embalo de la boca, intensifica la visión al tejer la cavidad del olvido, se ciega al reventar lo real, intervala la luz con el espejo de Tarkovski, estimula el mundo al contradecirse en las ladradoras hace de las membranas de la contabescencia las alabanzas del mundo, fricciona los injertos revivescientes en la alianza órfica de la des-aparición, revisa el rosebud de la antimateria, perfora imágenes sin fondo, hace de la muerte la síntesis intratemporal de la imposibilidad de morir porque la incógnita es la única fuerza que lo comprende, absorbe el órgano de la lengua con la propia escucha desbravadora de espacios, se sumerge con todos los instrumentos musicales improvisados en lo imperecible noctámbulo que lo transpira hasta los tejidos de la hesitación incontrolable, se torna una vértebra de cristal-gótico porque se olvidó de sí mismo al ser atravesado por ritmos jazzísticos, nómadas, sí, bucear es abandonarse por medio del cuidar-de-sí porque el remordimiento coaxial está en efervescencia deletérea, en concúbitos criminales-orbitales en los cuerpos de los cuerpos que oscilan locamente en las superficies más profundas del mundo_¡el buzo se fundió al mar!.
Traducción del portugués de José Molina